Nacionalistas y Populistas (III)

El debate político más importante del presente es sobre hasta que punto los partidos de extrema derecha son democráticos. Aunque utilizan las reglas del juego democrático y son representantes legales de la democracia, la mayoría de ellos busca desvincularse de partidos violentos, fascistas o radicales de derecha.

Se recuerda que en Alemania se prohibió que sus votantes participasen en actos del partido islamófobo y Marine le Pen se separó de su padre porque hizo unas declaraciones polémicas sobre las cámaras de gas utilizadas por el Tercer Reich, al grado que le cambió de nombre al original partido de su padre llamado Frente Nacional por el de Reagrupación Nacional.

Los expertos creen que el mayor peligro para la extrema derecha no es su porcentaje de voto en la nación, sino que los partidos tradicionales de centro lleguen a copiar su discurso y su agenda política, de modo que acaben desarrollando políticas restrictivas y pongan en duda de que existan derechos para todos.

En los hechos, varios países, como Estados Unidos, Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia y Lituania rechazaron adoptar el Pacto Migratorio de las Naciones Unidas el pasado diciembre del 2018, cuando hace 70 años ningún estado planteaba negarse a firmar un tratado mundial.

Según la politóloga holandesa Tjtiske Akkerman, los principios liberales de las sociedades pluralistas y la separación de poderes entran en tensión con la ideología nacionalista y populista de esos partidos y eso genera un grave problema, ya que rechazan los principios básicos de las democracias liberales, como la libertad de prensa, la independencia del poder judicial o el respeto a los derechos de las minorías.

Los primeros países que derribaron esos pilares de la democracia han sido los partidos de derecha de Polonia y de Hungría. El Fedexz de Víctor Orbán y el de la Ley y Orden respectivamente. Los cuáles no solo se consideran partidos de extrema derecha, sino que han adoptado medidas autoritarias para mantenerse en el poder.

Adenda: No cabe duda de que el mundo actual está sufriendo una experiencia de un modelo político que ya existió en el pasado y fue la causa fundamental de las dos más grandes guerras mundiales. Más no alcanzamos a saber si ahora mismo estamos viviendo el inicio de una tercera guerra mundial que será de naturaleza apocalíptica. Sobre todo cuando los altos líderes del mundo son personajes sin conciencia ética, xenófobos y enfermos del supremacismo blanco, como son los casos de Trump, de Macron, de Bolsonaro y de Angela Merkel, para solo mencionar a los más conocidos en México.