El riesgo que ve el Banco Mundial en la actual guerra comercial no sólo viene de Trump y de los Estados Unidos, sino que puede generalizarse a otros países con una alza generalizada de precios y de escasez de productos básicos. Se puede argüir que Trump sólo ha reaccionado a un saldo económico muy negativo ante China que ya viene desde hace varias décadas. Muchos expertos piensan que hay necesidad de corregir dichos desequilibrios, pero es absurdo que se logre esa meta en sólo un año, cuando han sido acumuladas durante varias décadas. En la que la globalización descontrolada no tenía ningún tipo de planificación.
En cierta forma eso explica que la administración de Trump haya optado por atacar con furia al gigante chino en vez de pactar para ir corrigiendo en forma gradual los desequilibrios arancelarios. Y no sólo ha ido contra China, sino que también lo ha hecho con otras zonas económicas elevando la retórica de la guerra comercial y amenazando con severos aranceles a sus aliados tradicionales, como es el caso de Europa, aunque es obvio que es falso el argumento que da Trump de que Estados Unidos ha salido perjudicado en sus balanzas económicas con las potencias europeas.
El tema que maneja Trump en estas acciones es que el nacionalismo económico impulsa pasiones exacerbadas, donde la causa central es la de defender lo propio. Dicen los dirigentes del Banco Mundial que hace años alertaron a los países desarrollados que deberían corregir el rumbo para no llegar a las situaciones de desequilibrio como ahora sucede.
El principal riesgo que ahora existe es que se está destruyendo el sistema socioeconómico existente desde muy adentro. Desde las mismas urnas instaladas en los cimientos de nuestro sistema socioeconómico. Se trata de las urnas electorales que no sólo están en el Midwest norteamericano, sino los votos de descontentos que están latentes en cualquier país desarrollado donde se ve como el populismo va a la alza.
El problema de fondo es que esos votantes no ven otra salida que adherirse a las recetas fáciles para separarse de una realidad económica muy compleja. Por lo menos más compleja que repartir aranceles de por vida aunque sean anteriores al florecimiento del comercio internacional global. Era evidente que el modelo arancelario no iba a funcionar sin reglas de juego que lo hicieran sostenible. Pero al contrario, la dislocación ha sido anárquica, masiva y sin orden alguno.
Dice el Banco Mundial que es mucho más peligroso un país rico venido a menos que un país en vías de desarrollo que crece un poco menos. De hecho el orden socioeconómico mundial está ahora patinando y sin llegar a ningún sitio.
Para muchos expertos en economía y en finanzas, los actuales procesos de revisión socioeconómica son a menudo convulsos y destructivos, por lo que ahora, más que nunca urge llevar a la socioeconomía a un acuerdo entre todos los países del mundo y entre personas ricas y pobres.
Adenda: De hecho eso es lo que ahora está sucediendo en el mundo pero no es fácil observarlo ni aceptarlo.