La Sabiduría China (I)

Según el brillante filósofo y sinólogo francés Francois Jullien, China siguió una forma de pensar muy diferente a la de Grecia y de Europa. China promueve la sabiduría y Grecia la filosofía que desde la ignorancia intenta conocer la verdad y la justicia. Cuando en China se aborda el asunto de la ‘buena vida’ no se plantea en términos de felicidad que es un concepto que ni siquiera se conoce. Lo que plantean los chinos es ‘nutrir la vida’. Tratan de ir a lo más básico y esencial. A las raíces donde no hay diferencia entre lo corporal y lo espiritual. Tampoco plantean niveles de vida, ya que todo forma parte de una misma unidad que se podría denominar ‘la vitalidad orgánica’.

Los chinos tratan de alimentar el principio vital (qi) y evitar las obstrucciones que son el origen de las enfermedades. Hay que liberarse de la preocupación por la vida que no se debe forzar ni controlar, ya que es un proceso global y espontáneo. Piensan que no tenemos un cuerpo, sino un proceso de energía estructurado. Para hablar de dicho cuerpo ‘xing’ sería su forma actual, ‘ti’ el ser constituido, ‘qi’ el abierto y ‘shen’ la mente espíritu.

Todos los matices de la misma realidad corporal forman una concepción unitaria que es orgánica y funcional. Para los chinos la ‘larga vida’ está ligada a la ‘buena vida’. Vivir es como un proceso de maduración en el que hay que orientar bien la energía, sin dispersarla ni malgastarla. Mientras que la noción griega-europea de ‘felicidad’ está ausente en la sabiduría china, donde los sabios buscan desarrollar sus propias capacidades sin ningún objetivo en particular. El resultado no buscado es el que cuenta, por lo que Jullien señala la importancia de estas concepciones de los chinos en el mundo globalizado actual. Como la higiene, la salud, la dieta, los productos naturales y la facilitación de los procesos sin forzarlos.

Se trata de ir hacia un equilibrio dinámico autorregulado que es la armonía. Dice Zhuangzi que ‘hay que vivir relajadamente y sin perder el centro de equilibrio’. Según los chinos no se requiere de un trabajo intelectual, sino práctico para iluminar las obstrucciones y las tensiones de todo tipo. Existe una analogía con el psicoanálisis donde se eliminan todos los afectos y los bloqueos emocionales. Según los sabios chinos no hay contraposición entre naturaleza y cultura como lo plantean los griegos y los europeos.

El pensamiento chino es básicamente estratégico. En China una estrategia es eficaz en dos casos: como conjunción con la moral o como ejercicio del poder. La primera opción es la que defiende la tradición de los ‘realistas’ a la que pertenece Mencio quién fue el que dio las bases de sus ideas a Jullien. Y la segunda opción es la de los mal llamados ‘legistas’, ya que no defienden el respeto a la ley, sino la sumisión a la autoridad del poder.

Siempre hay en los chinos el concepto de la eficacia o estrategia con una serie de elementos que surgen de la idea de lograr la transformación con acciones indirectas (wu wei). Existe un proceso continuo regulado por una lógica cuya coherencia hay que descubrir. No se debe forzar ni controlar, sino seguir la tendencia natural de las cosas y aprovechar su potencial.

En la cultura china no hay decisión, ni elaboración, ni elección, solo adaptación al curso natural de las cosas de las que el ser humano forma parte. La ideas básicas de la estrategia china son la del ‘potencial’ y la de la ‘configuración’. Se busca la energía potencial en cada situación para obtener mucho efecto con poco esfuerzo, recogiendo solo lo mejor y facilitando lo que es favorable al provecho propio. No existe ningún plan establecido porque lo que se requiere es estar alerta a lo que va pasando.

Los chinos se dejan llevar por los procesos donde se hayan de una manera activa. Por lo que explotan su potencial implícito de una situación determinada. El arte de gobernar consiste en hacer, en forma invisible que todos confluyan en forma natural. Si se tiene que actuar debe ser lo más pronto posible, antes de que el proceso tome estructura. Los chinos siempre buscan las condiciones más favorables y provechosas, mientras los griegos y europeos se plantean un análisis de éxito o fracaso y de victoria o derrota.

En la lógica china todo es condicional y complejo en la que el ser humano forma parte de un proceso que nunca se cierra, mientras que en la lógica greco-europea la eficacia se basa en la acción. Jullien hace un paralelismo entre la legitimación de un chino clásico (Mencio del siglo IV AC) y los filósofos de la Ilustración Russeau y Kant (Siglo XVIII DC) donde se observa que a pesar de la gran lejanía entre ambas épocas se puede encontrar un sentimiento común de piedad o de humanidad.

Este sentimiento es el que diferencía al ser humano de los animales. No se trata de seguir normas o principios determinados, sino de madurar la conciencia moral que conduce a transformar las cosas de forma natural mediante una influencia invisible. Para los chinos el bien no es una norma impuesta desde afuera, sino la manifestación de un perfeccionamiento interno.

El planteamiento chino no es individualista, pero no lo ataca. La piedad es la manifestación de su carácter ‘transindividual’ y ‘transemocional’. En todo ser humano hay una predisposición a la moral, por lo que Mencio dice que hay una bondad natural en el ser humano.

Este es un viejo debate de la tradición confucionana que considera ambivalente al ser humano, debido a que coexisten en él los buenos y malos impulsos. Mientras que Xunzi, otro pensador chino creía que todo ser humano es malo por naturaleza, que busca siempre su provecho personal y tiende al odio y a la envidia. Pero la idea de la voluntad de Kant y Russeau no existe en la tradición china.

Adenda: Continuaré con este tema de la cultura china en un Segundo Capítulo.