Desde que la ‘Alt Right´se inició como una subcultura oculta en la red, a partir del 2015 empezó a formar parte de la política nacional de los Estados Unidos. Al principio era un pequeño grupo con energía juvenil, retórica machista muy confusa y un abierto desafío al ‘establishment’. Pero pronto se proyectó al mundo mediático y al político en dimensiones que no se pueden ignorar.
Los izquierdistas califican de racista a la ‘Alt Right’, mientras la prensa conservadora también ha contribuido a rechazar a estos jóvenes inquietos. La National Review los atacaba y decía que solo eran personas resentidas de la clase trabajadora blanca y adoradores del Padre-Führer, Donald Trump. Mientras que otros sectores mediáticos los motejaban de ‘supremacistas blancos’ y otros los acusaban de tener como único propósito condenar a negros, judíos, latinos y musulmanes.
Pero hasta ahora, nadie ha podido explicar el poder de seducción y la capacidad de penetración de este movimiento social, más allá de las condenas y las advertencias pseudo éticas del ‘mass media’ tradicional. Quizá el atractivo más importante de la ‘alt right’ es su gran capacidad provocadora surgida de las márgenes más subversivas, más subterráneas y más juveniles de internet, donde destacan 4chan y 8 chan, como los hubs de activismo más importantes. Durante varios años los miembros de este foro político se habían estado divirtiendo con toda suerte de vaciladas provocadoras. Y antes que la ‘alt right’ surgieron los activistas del 4 chan que habían convertido el troleo de medios en la fórmula de identidad del grupo.
Aunque en un principio, algunos confundieron a ‘alt right’ con el movimiento de los ‘skinheads’, existe un elemento que los separa claramente de esos matones y eso es la inteligencia. Ya que la derecha alternativa es un grupo de gente mucho más bien preparada y algunos de ellos son muy brillantes. Se encuentran pensadores como Oswald Spengler, H.L. Mencken, Julius Evola, Sam Francis, el movimiento paleoconservador que actuó en torno a las campañas presidenciales de Pat Buchanan y la ‘nueva derecha’ francesa.
El reino mediático de la ‘derecha alternativa’ se construyó en torno a Richard Spencer cuando era editor del Taki’s Magazine y en 2010 fundó el AlternativeRight.com que se convertiría en bastión del pensamiento de ‘alt right’. Estaban además otros grupos como el blog de Steve Sailer, V Dare, American Renaissance y AlternativeRight.com que se convirtieron en el punto de confluencia de una mescolanza de renegados que tenían broncas con los consensos políticos ya establecidos.
Ahí mismo se unieron la llamada ‘manósfero’ origen del feminismo de izquierda con el autor masculino gay Jack Donovan a la cabeza que también fue editor de artículos de género y en su libro ‘The Way of Men’ del 2012 reflexiona sobre la pérdida de virilidad que acompaña a las sociedades modernas y globalizadas. Decía Donovan que era lógico pensar que el destino del hombre heroico se convirtiera en el homo economicus y que los hombres de antaño se vieran reducidos a creaturas rampantes que se arrastran alrededor del globo compitiendo por dinero, malgastando sus noches en soñar con nuevas maneras de timarse los unos a los otros. Y que ese era el sendero donde ahora mismo estamos.
También surgieron los aislacionistas, los pro rusos y los antiguos partidarios de Ron Paul que se vieron atraídos por la ‘alt right’ en su postura de rechazo a los compromisos militares anteriores. Asimismo, aparecieron los neo reaccionarios en el debate de Less Wrong.com, un blog creado en el Silicone Valley por el investigador de inteligencia artificial Eliezer Yudkowsky, donde se exploraban las formas en que las últimas investigaciones en ciencias cognitivas podían ser aplicadas para superar prejuicios y apriorismos, incluyendo los políticos y los filosóficos.
Less Wrong animaba a sus miembros a pensar como máquinas y así los participantes eran impulsados a liberarse de las preocupaciones derivadas del estatus social, de los sentimientos de otras personas y de otros inhibidores del pensamiento racional. De ahí se derivó un grupo de pensadores despiadados y heréticos con un enfoque racional que se oponía a sus sentimientos y a la mentalidad que predominaba en el periodismo contemporáneo y en los escritores académicos.
Bajo la dirección del filósofo Nick Lond y del científico informátio Curtis Yarvin, este grupo demolió los viejos prejuicios del discurso político occidental sobre el liberalismo, la democracia y el igualitarismo. Decían que la democracia liberal no tiene un balance histórico mejor que la monarquía, mientras que el igualitarismo se rompe en pedazos ante esta investigación en materia de inteligencia hereditaria. Puesto que exigir que las gentes se vean unos a otros como seres individuales y no como miembros de un grupo demográfico supone ignorar todos los avances de la psicología tribal. Estos fueron los primeros intentos para generar una ideología neoconservadora que muchos ya estaban esperando.
Un último apunte sobre la ‘alt right’ es el que se refiere a los ‘conservadores naturales’ que fueron el público para quienes escribieron los intelectuales antes mencionados. Quienes en su mayoría son varones blancos americanos de clase media que sin complejos priorizan los intereses de su propio grupo demográfico. En sus puestos políticos los conservadores naturales se concretan a seguir los mismos instintos que motivan a todos los conservadores del planeta.
Según el aclamado politólogo social Jonathan Haedt, en su libro ‘The Righteous Mind’ (2012), las motivaciones de los conservadores conforman un instinto agudamente sentido por una gran parte de la población mundial. Dicho instinto incluye una preferencia por la homogeneidad sobre la diversidad, la estabilidad en lugar del cambio, la jerarquía y el orden sobre el igualitarismo radical. También incluye la prevención instintiva frente a lo extraño y poco familiar, por lo que los conservadores naturales sienten ese instinto con mayor intensidad y prefieren siempre sociedades, normas e instituciones familiares.
Durante décadas, las preocupaciones de quienes se sienten identificados con la cultura occidental han sido calificados de racistas y la ‘alt right’ ha sido el resultado inevitable. Al margen de lo irracionales, odiosas o tribales que san las preocupaciones de la ‘alt right’ lo cierto es que no pueden ser ignoradas porque no van a desaparecer.
Adenda: A final de cuentas la ‘alt right’ con todas sus virtudes y defectos ha llegado para quedarse y originar, para bien o para mal del ser humano, grandes cambios en el tambaleante orden mundial actual.