Los países de Occidente y sus aliados viven ahora una rápida desaparición de la democracia. El poder blando ‘soft power’ está siendo más efectivo que el poder bélico y la manipulación de las conciencia mediante la fuerza del ‘mass media’ ha ido sustituyendo a los ejércitos de las grandes potencias que tenían el control de la mayoría de los territorios del mundo y de sus recursos naturales, creando un nuevo proceso de involución política que ha ido convirtiendo a las democracias burguesas en sórdidas plutocracias. Existe ahora una pugna interna entre los millonarios de los Estados Unidos de sus dos partidos políticos desde hace varias décadas y otro tanto sucede en Italia con Silvio Berlusconi manipulando los medios, Petro Poroshenko en Ucrania, Erdogan en Turquía, el Parlamento de Inglaterra e infinidad de países en Europa y en América Latina.
En gran parte, esto se debe a que las clases dominantes no reconocen que la democracia ha sido el instrumento político más eficaz para la construcción de una sociedad más justa. Como dice la tradición socialista, existe una contradicción irreconciliable entre el capitalismo y la democracia. Debido a que el capitalismo se constituyó de la escisión entre quiénes eran propietarios de los medios de producción y quiénes no lo eran, condenando a los segundos a depender de los primeros para poder sobrevivir y dando como resultado una sociedad muy desigual que solo admite, después de grandes debates, algunas enmiendas marginales a la injusticia que se deriva de ese patrón de vida social originado a fines del siglo XVIII.
Por su parte, la democracia es un régimen político y social basado en la igualdad, no solo para la tradición marxista, sino para el liberalismo conservador y aristocrático que expresaba Alexis de Tocqueville desde la época de la Ilustración en Francia. Como dicen algunos intelectuales del mundo actual: la tensión entre capitalismo y democracia ha desaparecido debido a que la democracia empezó a ser un régimen que en lugar de generar la redistribución de la riqueza, la destruyó. Ya que en lugar de redistribuir la riqueza realiza otra función que es la legitimación de un Estado pobre. Los golpes de Estado actuales procuran corregir los supuestos errores de la masa plebeya y gracias al ‘derecho universal del sufragio’ puede llevar al poder máximo de un país a cualquier demagogo, olvidándose que en el mundo real nada se obtiene gratis.
Además de estos elementos ideológicos de origen endógeno que originaron los actuales ‘golpes militares’ están los de carácter exógeno que se pueden reducir a lo que hoy es conocido como el ‘imperialismo’ de los Estados Unidos que se traduce en la continua injerencia de este gran país en la vida de otras naciones a través de los más variados dispositivos: políticos, sociales, ideológicos, mediáticos, militares, policiales, económicos y financieros. Complementados por el nefasto papel que juegan los organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el Banco Internacional de Desarrollo, etcétera, que en realidad son extensiones del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, respaldados por los países donde se encuentran sus casas matrices.
Por si esos controles de los organismos internacionales fuesen poco, existe la denominada ‘presunción hegemónica’ que es un criterio profundamente arraigado en los círculos dominantes y progresistas de los Estados Unidos, desde que Theodor Roossevelt pronunció su discurso sobre su concepción del Estado en diciembre de 1904, cuyo resumen podría ser: ‘Toda nación, cuyo pueblo se conduzca bien puede contar con nuestra cordial amistad. Si una nación muestra que sabe actuar con eficiencia y decencia razonable en asuntos sociales, si mantiene el orden y paga sus obligaciones, no necesita temer a la interferencia de los Estados Unidos. Un mal crónico o una impotencia que produzca el deterioro general de los lazos internos de una sociedad civilizada puede requerir la intervención de alguna sociedad civilizada o de la adhesión a la Doctrina Monroe de los Estados Unidos.
Sobre esta plataforma ideológica heredada del mesianismo racial de sus primeros colonos o expresado en el Destino Manifiesto fue donde se construyó la parafernalia institucional y la estrategia política que conduce al denominado ‘golpe blando’. Razón por la cual Estados Unidos aprueba cada año enormes sumas de dinero destinadas a ‘reanimar a la sociedad civil’ que sigue pasiva, desorganizada y educando a los líderes políticos y sociales para que se opongan a la izquierda y para enseñar ‘buenas prácticas a políticos, jueces, fiscales y legisladores de los países atrasados y para entrenar a periodistas sobre los últimos avances en comunicación social. Además de los dineros que aparecen ocultos en el presupuesto como ‘ayuda a la USAID’ (Organización de las Naciones Unidas para la educación, ciencia y cultura) y que realmente son para la CIA y demás agencias de ‘inteligencia’ que combaten a los gobiernos que piensan diferente a ellos.
A diferencia de los viejos ‘golpes de estado’, los actuales aparecen como el rodaje normal y previsible de las instituciones democráticas de una Cámara Legislativa que denuncia, un Senado que juzga, unos jueces que condenan y una oligarquía mediática que puede controlar a la opinión pública. Pero en los hechos ‘el golpe de estado blando’ es una gran estafa a la voluntad popular y es tan cruento como quienes se oponen.
Adenda: Durante la larga historia de la Humanidad, aunque no se reconozca, siempre ha habido períodos involutivos y ahora mismo vivimos uno de ellos en el que se retrocede del capitalismo liberal a una especie de nueva época feudal, donde siguen mandando las élites, con la mentira de que ahora se vive con libertad, con equidad y dentro de un falso estado de derecho que es considerado como un ‘derecho natural’.