Desde 1648 el ‘estado-nación’ ha sido el protagonista de la política mundial, cuando se firmó la Paz de Westfalia poniendo fin a la Guerra de los Treinta Años y acabando con una era de fragmentación del poder político. No obstante, desde los 70, diversos académicos están advirtiendo que el sistema actual está siendo amenazado por actores no estatales y desarrollos tecnológicos que definen un futuro con características que resultan familiares con hechos del pasado.
Umberto Eco fue el primero en advertir el surgimiento de una ‘nueva Edad Media’ nacida a raíz de los sistemas sociopolíticos imperantes y que como consecuencia de la imposibilidad de gobernar de la autoridad central en un mundo cada vez más complejo.
En su ensayo titulado ‘La nueva Edad Media’, Eco describió los ingredientes que reproducían a dicho período histórico. Ya que la receta incluía ‘una gran paz que se degrada, un gran poder estatal internacional que había unificado al mundo bajo una misma lengua, costumbres, ideologías, religión, arte y tecnología que se derrumbaba a causa de su ingobernable complejidad’.
Eco comparaba el colapso militar, civil, social y cultural de la Pax Romana con la crisis de la Pax Americana de los 70 y se enfocaba en las debacles económicas y de vacíos de poder que sobrevivieron en ambos casos, que fortalecen a los poderes locales y de los ‘nuevos bárbaros’ que con una cultura alternativa socavan las bases del orden mundial imperante.
En 1977, Hedley Bull fue pionero del ‘nuevo medioevalismo’ y en su libro de ‘La sociedad anárquica’ señala la existencia de nuevas tendencias que amenazan la sobrevivencia del sistema de estados sugiriendo el surgimiento de una nueva forma de orden internacional medioeval. Situación que se vivió entre los siglos V y XV con la desintegración de los estados existente a manos de fuerzas secesionistas, el uso de violencia por grupos que se creen legítimos, la proliferación de organizaciones transnacionales, ONG’s y agencias intergubernamentales, además de la unificación de mandos a través de la tecnología más moderna.
Por su parte, el investigador de la Universidad de Singapur, Parag Komaia señala que la fragmentación del Medioevo se caracterizó por ser una de las soberanías preestatales conteniendo en la violencia muchas formas de orígenes, sistemas sociales con múltiples identidades y un sistema político de múltiples autoridades, dueñas, cada una de su propio poder.
En el Nuevo Medioevo las soberanías se hacen fluidas y comparten el poder con unidades supra nacionales, como la Unión Europea y poderosas fuerzas transnacionales como las agencias calificadoras de riesgo y empresas multinacionales similares a la Iglesia católica previa al Renacimiento.
Por su parte, John Rapley, especialista en globalización del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Cambridge opina que ahora mismo se observa un alejamiento del estado-nación altamente centralizada con su monopolio de fuentes de violencia y su gran poder para asignar recursos que le permiten obtener la lealtad de sus ciudadanos.
Para Pareg Khanna, la erosión de la soberanía estatal se da hoy de forma voluntaria e involuntaria, ya que los gobiernos quieren que sus países participen de todos los beneficios de la economía global, aunque para ello requiere hacer concesiones y acatar reglas internacionales, como endeudamiento e inversiones, por lo que los bancos y las instituciones financieras se convierten en impulsores clave de la erosión de la soberanía.
La globalización es la fuerza principal de este fenómeno que nos trae de nuevo a la Edad Media, ya que se ha acelerado el surgimiento de un sistema multipolar con Estados Unidos, China, India y Europa. Además de que se da poder a ciudades, empresas y otros elementos internacionales. Por lo que hoy tenemos un mundo difuso, de niveles múltiples, como lo era siglos atrás.
La Edad Media, dice Khonna fue una era de temor, incertidumbre, plagas y violencia, una situación similar a la actual con las pandemias como el SARS, el terrorismo, los ataques piratas de las redes, los ciclones y los aumentos en el nivel de los mares. Ya no es tan claro como invertir en el futuro y averiguar esa realidad va a tomar varias décadas.
Adenda: En el siguiente capítulo analizaré algunos datos de los principales gigantes actuales del Silicon Valley.