Ahora mismo, en la culminación de una era, Europa se siente obligada a ir descartando los mecanismos políticos a través de los cuáles había operado los asuntos de toda índole durante tres siglos y medio. Y en este momento histórico en que Alemania vuelve a reunificarse, como sucedió hace casi un siglo se ha creado la UE que estableció una moneda común para toda Europa y en el 2004 diseñó una estructura política formal. Proclamando una Europa plena, libre y capaz de ajustar sus diferencias mediante el uso de mecanismos pacíficos.
La unificación de Alemania alteró el equilibrio de Europa ya que volvió a ser el Estado europeo más fuerte. El uso del euro como moneda única generó un alto grado de unidad que no se veía en Europa desde la época del Sacro Imperio Romano-Germánico. La nueva unidad europea significaba en cierta forma una renuncia a la Westfalia, pero también podía considerarse como el retorno de Europa al sistema internacional de Estados westfalianos que se propagó por todo el mundo, se defendió y sirvió de ejemplo durante gran parte de la Edad Moderna, pero ahora como una potencia regional y no nacional.
La UE redujo la soberanía y las funciones tradicionales de los gobiernos de sus estados miembros, así como intentó el control de sus monedas y de sus fronteras. Aunque las políticas europeas actuales siguen siendo básicamente nacionales y en muchas naciones las objeciones a las políticas de la UE se han transformado en un problema interno muy grave. El resultado ha sido la formación de un híbrido que desde el punto de vista constitucional está entre el modelo de un Estado y una Confederación. Y opera a través de reuniones ministeriales y de una burocracia similar a la del Imperio Romano, pero que a diferencia de él lucha por resolver sus tensiones internas, buscando normas y metas que la guíen.
En el nuevo modelo político se busca la unión monetaria al mismo tiempo que la dispersión fiscal mediante una burocracia que no concuerda para nada con el concepto de democracia. Mientras que en materia de política exterior sostiene ideales universales, aunque carece de medios para lograr que se cumplan. Además se caracteriza por las diferentes facciones territoriales este-oeste y norte-sur dentro de un ecumenismo hacia los movimientos sociales de autonomía como el catalán, el bávaro y el escocés. Pero a final de cuentas el modelo social europeo actual depende del dinamismo del mercado y las políticas de la UE difunden una apertura tolerante, aun cuando a veces surgen prácticas políticas chauvinistas donde se pone a la vista el temor a todo tipo de influencias que no provengan de Europa.
Como resultado de lo anterior se vive un período que pone a prueba la legitimidad popular de la UE, mientras los Estados-nación van cediendo partes importantes de lo que fue alguna vez considerada como su autoridad soberana. Debido a que los líderes políticos de Europa aún son legitimados o rechazados mediante procesos democráticos nacionales, muchas veces pretenden sacar ventaja de dicha situación, por lo que se originan disputas entre las diferentes regiones de Europa, sobre todo en el ámbito económico.
De modo que cuando ocurren crisis intensas como la del 2009, la estructura europea tiende a tomar medidas de emergencia para poder sobrevivir. Pero cuando se les pide a las naciones que hagan sacrificios en pro de la UE, la mayoría no puede comprenderlo y por lo general los líderes políticos se encuentran con la opción de tomar en cuenta la voluntad de sus pueblos o la de Bruselas.
Cuando se mantenía el sistema político global derivado del fin de la Guerra Fría, Europa representaba el concepto dominante de ese orden mundial y con sus estadísticas se diseñaban las estructuras internacionales que se imponían al resto del mundo. Pero el carácter indeterminado del nuevo orden mundial está ahora en plena discusión y las nuevas potencias mundiales desempeñan cada día un rol mayor en la definición de sus características básicas.
En un nuevo mundo donde las estructuras continentales han alcanzado un nivel crítico, como los casos de EUA, China, Japón, Alemania y la India aún no se sabe cómo manejará Europa esta transición y hasta el momento sólo se le ha dado una dimensión burocrática aumentando la competencia de los diversos cuerpos administrativos europeos. La historia demuestra que Europa jamás ha logrado una unificación a través de procedimientos administrativos y aún no se sabe qué país desempeñará ese papel unificador o si se tendrá que reconstruir a la UE.
Según la ONG ‘Political Science’, cualquier camino que escoja Europa para tratar de alcanzar su unidad tendrá tres opciones: fomentar la asociación trasatlántica, seguir adoptando una posición neutral o hacer un pacto tácito con alguna de las grandes potencias fuera de Occidente o con un grupo de ellas. Es un hecho visible que Occidente ya no puede liderar al mundo con la simple proyección de lo que ha sido a través de la historia moderna.
El futuro político de Europa tendrá que ser decidido por los europeos, aunque sus socios del otro lado del Atlántico aún tienen una importante participación.
Adenda: La única hipótesis que se deriva de este breve estudio es que el modelo político del estado democrático republicano que se mantuvo en Occidente durante más de tres siglos ha dejado de funcionar y los asuntos de trascendencia mundial como el ecológico, el financiero, el monetario y el bélico están modificando el viejo orden mundial occidental y lo están llevando hacia un modelo híbrido que permita a las diversas naciones vivir en paz.