Este último viaje a Europa me ha desconcertado por completo, ya que pude contemplar dos fenómenos sociales actuales a un mismo tiempo: por una parte la inminente fragmentación de la Unión Europea que está siendo precipitada con la separación de la Gran Bretaña y por otra la desaparición rápida de la vieja función de los museos europeos más famosos de presumir la maravillosa aportación del Renacimiento sobre todo a las obras plásticas y a la arquitectura. Pero quizá sea más visible el fenómeno político, ya que los peligrosos movimientos migratorios del submundo africano y del Medio Oriente hacia los países ricos de Europa ha ocasionado numerosas muertes de niños y jóvenes de las nuevas generaciones, una especie de recrudecimiento en la visión del mundo de las viejas religiones, un crecimiento brutal de la xenofobia y un temor creciente a que se vuelvan a repetir los fenómenos fascistas de principios del siglo XX.
Es obvio que las naciones europeas que viven subsidiadas por la Unión Europea, como Grecia, Irlanda, Escocia, España y la mayoría de las comunidades de Europa Oriental serán las que sufran en mayor grado esta fragmentación de la UE, pero no hay duda de que el mundo tendrá que seguir adelante y estas naciones encontrarán nuevos mecanismos para sobrevivir y mejorar sus condiciones actuales. Al margen de esta nueva crisis política y financiera de Europa están los países nórdicos, como Noruega, Suecia. Finlandia y Dinamarca, cuyos Gobiernos han logrado mantener un alto nivel de cuotas impositivas en sus causantes fiscales y por lo mismo tienen excelentes medidas de seguridad, gasto social, educación y sus economías siguen siendo sólidas.
Por su parte, Francia y Alemania seguirán siendo los grandes líderes de la Comunidad Europea al mantener funcionando a sus principales causantes fiscales y al conservar un nivel óptimo en los salarios que permite el desarrollo de un gran sector de clase media a la altura de las mejores del mundo. Mientras que naciones como Holanda, Bélgica y los pequeños países que viven de ser paraísos fiscales, de sus casinos y de sus negocios de juegos pasarán por una época muy difícil en los próximos años. En tanto que la bella Italia, a pesar de sus corruptos gobernantes seguirá sobreviviendo con las altas cuotas de su turismo que continúan creciendo y con su maravilloso negocio de las modas de vestir y del diseño en general.
Volviendo al mundo de las artes plásticas, los principales museos de Francia, como el Louvre y el d’Orsay, además de la Galería de los Uffizi de Florencia en Italia, el panorama es desolador, ya que las instituciones que controlan dichas instalaciones culturales tienen criterios muy diferentes y operan como fuentes de ingresos fiscales, sin importarles para nada la inmensa dimensión de sus museos, tanto en la parte artística, como en la histórica. Mientras que París cuenta con una eficiente administración de los ingresos de sus principales museos que permite la conservación óptima de sus calles, de sus servicios públicos y de sus increíble monumentos nacionales, Florencia depende totalmente de lo que las grandes firmas de diseño estén dispuestas a transferirle al Municipio, siempre y cuando lleven a cabo las obras en los lugares donde tienen instaladas sus principales tiendas de lujo. Por su parte, la ciudad de Roma está administrada por servidores públicos que son unos pillos y la ciudad es un caos, por lo que no hablaré de ello.
Pudimos observar en Florencia que aunque existen excelentes obras de arte prerrenacentista en la Capilla Brancacci de Santa María Carmine y de arte gótico y barroco en el Espiritu Santo, situadas en el la ribera norte del río Arno, además de una maravillosa obra arquitectónica en el interior de Santa Croce, ninguna de ellas tiene los mecanismos apropiados para que puedan ser visitadas con tranquilidad y no existen medios cercanos para estacionarse, para hospedarse o conseguir un refrigerio adecuado. Pero eso es debido a que los grandes comerciantes de las modas de vestir y los artículos de lujo que controlan los ingresos fiscales no se han decidido aún a establecer sus tiendas alrededor de dichas áreas, quizá por lo costoso que les resultaría la adecuación de las vías de comunicación hasta el otro lado del río Arno, sobre todo ahora que se ha complicado mucho con el colapso de cerca de medio kilómetro del sistema de drenaje pluvial en la margen sur del Arno.
Algo muy diferente ocurre en los museos del Louvre y d’Orsay en París. Mientras que en el Louvre existe una dimensión faraónica de obras de arte desde que la Humanidad se instaló en el Planeta y es imposible visitarla aun corriendo en cuatro o cinco días, sin salir a comer fuera. En el Museo d’Orsay se conserva la mejor obra de los impresionistas y de los grandes pintores franceses de los siglos XIX y principios del XX, pero las instalaciones son pésimas y nadie puede disfrutar a ninguno de los grandes clásicos sin ser desplazado por una caterva de orientales quiénes lo único que pretenden es sacar una fotografía de las obras de arte de mayor renombre en la que se demuestre que ellos estuvieron ahí.
Adenda: En lo que concierne a lo geopolítico, no hay duda de que Europa será, como siempre lo ha sido en la Historia, la primera región del mundo donde ocurran los principales cambios de época, con la excepción del reino persa que aunque estaba en Asia, en cierta forma estuvo asociado con los griegos.
Mientras que en lo concerniente a las artes plásticas, es un hecho terrible, pero innegable, que las nuevas tecnologías de la imagen, como la fotografía, el cine, la televisión y las sofisticadas artes virtuales han propiciado el olvido, casi total, de aquellos monstruos del Renacimiento que descubrieron la tercera dimensión en el espacio, el volumen en el cuerpo humano y la increíble capacidad de expresar sus emociones.