Fin del Crecimiento en los Estados Unidos

 

Aunque la gran mayoría de los políticos y de los economistas de los Estados Unidos piensan que el crecimiento de su economía es un fenómeno permanente desde que se creó el Estado Norteamericano a fines del siglo 18. Hace apenas unos días surgió a la luz un libro titulado ‘Auge y caída del crecimiento americano’ escrito por el profesor Robert Gordon, quien es un macroeconomista e historiador económico de la Norhwestern University que está en contra del optimismo en la tecnología que satura la cultura norteamericana con su información, afirmando que los Estados Unidos están a la mitad de un gran cambio revolucionario. Dice Gordon que debido al frenesí que ocasionan las redes sociales se ha perdido en ocasiones la perspectiva de la realidad y que los avances en las tecnologías de la información y de la comunicación no están a la altura de los logros del pasado.

 

 Considera que la revolución de la TI (Tecnología de la Información) es menos importante que cualquiera de los cinco grandes inventos que proporcionaron las bases del crecimiento económico entre 1870 – 1970 : la electricidad, el saneamiento urbano, la química y farmacia, el motor de combustión interna y la comunicación moderna. Gordon declara que el tipo de crecimiento económico rápido que cree el ciudadano promedio que durará por siempre es de hecho un evento único y sin repetición. Primero llegaron los grandes inventos, casi todos al final del siglo 19 y luego vino el refinamiento de las invenciones que ejerció su efecto máximo entre 1920 y 1970.

 

 Dice Gordon que ya no habrá más avances tecnológicos en su libro que es una combinación de profunda historia cotidiana de las últimas generaciones y un cuidadoso análisis económico. Aunque se pueden encontrar gráficas y tablas sobre estos hechos, Gordon nunca pierde de vista a las personas de carne y hueso. Su libro desafía los actuales puntos de vista del futuro e inicide en la forma de ver el pasado.

 

Casi la mitad del libro está dedicada a los cambios que tuvieron lugar antes de la Segunda Guerra Mundial, aunque otros, como Daniel Booster lo haya hecho de eventos después de la Segunda Guerra en su libro ‘los estadounidenses, la experiencia democrática’. Pero es fascinante cuando Gordon dice que ‘Excepto en el ser rural, la vida cotidiana de todos los estadounidenses no ha cambiado más allá de lo acontecido entre 1870 y 1940’. Las luces eléctricas reemplazaron a las velas, los inodoros a las fosas sépticas y los coches y trenes sustituyeron a los caballos. Señala Gordon que en la década de 1880 habían en el distrito financiero de Nueva York fosas de estiércol con hasta 7 pies de profundidad.

 

Mientras que el trabajo físico, tanto en el lugar de trabajo, como en los espacios abiertos era reemplazado en su mayor parte por empleos menos onerosos. Situación que es olvidada por los economistas, quiénes solo piensan en el poder adquisitivo de las personas y no sobre lo que tienen que hacer para conseguirlo. Además recuerda que las condiciones de trabajo de hombres y mujeres es tan importante como la cantidad que se les paga.

  

La vida urbana en Estados Unidos en vísperas de la Segunda Guerra ya era reconocible como moderna, ya que en 1940 ya se tenía agua potable, cocina con gas, luz eléctrica, refrigerador y teléfono. Solo faltarían la televisión y la internet pero en esencia se viviría igual que entonces cuando la vida doméstica les mejoró en forma sustancial. Lo que realmente fue la aplicación práctica de los grandes inventos en los siguientes 30 años llevó a un rápido aumento de los ingresos y a un nuevo estilo de vida en toda la nación.

 

Según Gordon todo se estacionó desde entonces y esa desaceleración tecnológica sería permanente, por lo que el progreso ha quedado atrás y él se resiste a apreciar las maravillas de la tecnología digital. Dice Gordon que no hay duda de que las redes sociales originan una reacción positiva en la vida de las personas, pero señala dos puntos fundamentales en sentido contrario.

 

En primer lugar señala que las grandes innovaciones provocan grandes cambios en las prácticas comerciales y en los lugares de trabajo, aunque dicho cambios ya sucedieron entre las décadas de 1990 y 2000 y han hecho cambiar muy poco a la vida doméstica. En segundo lugar, las nuevas medidas oficiales del crecimiento económico subestiman el alcance real del progreso, porque no lo hacen responsable de los nuevos beneficios sociales. Gordon considera que la subestimación del progreso era mayor durante la gran transformación de la preguerra de la que existe ahora.

 

Por lo que Gordon considera que el futuro será marcado por niveles de vida estancados de los estadounidenses, porque a los efectos de la desaceleración del progreso tecnológico se unirán la creciente desigualdad, un estancamiento en el nivel de la educación y el envejecimiento de la población promedio. Esta es una sorprendente predicción para una sociedad cuya imagen de sí misma está ligada a la idea del progreso constante y se plantean las consecuencias sociales y políticas de una nueva generación estancada, cuya clase trabajadora disminuye sus ingresos o no logra incrementarlos.

 

Es probable que Gordon esté equivocado y realmente estamos en la cúspide de un cambio transformador, como afirman los millonarios del Foro de Davos. Quizá por los avances de la inteligencia artificial o el desarrollo inusitado de la biología molecular. Pero a fin de cuentas Gordon plantea una nueva posibilidad sobre el futuro que nadie había hecho antes en Occidente.

 

Adenda: Conforme crece la decadencia del capitalismo de los Estados Unidos sucederá lo que siempre ha sucedido con los grandes imperios que aparecen los errores conceptuales, se destruyen los mitos donde se construyeron y cambian sus paradigmas.