En Defensa de la Ilustración (II)

Dice Steven Pinker que la creencia de la Ilustración en el progreso no debe confundirse con la creencia decimonónica en las fuerzas místicas, las leyes, la dialéctica, las luchas, los destinos, las eras del hombre y las fuerzas evolutivas que impulsan a la humanidad hacia la utopía. Si se siguen las leyes existentes y las costumbres se puede pensar en mejorarlas para incrementar las condiciones de vida de la gente y convertir al mundo en un lugar mejor. Aunque la ciencia avanza con lentitud su avance es incesante y demuestra que el progreso es posible.

Dice Pinker que no debe confundirse el progreso con el movimiento global del siglo XX para rediseñar la sociedad de acuerdo a la visión de los tecnócratas y planificadores que James Scott denomina ‘alto modernismo autoritario’. Ya que ese movimiento negaba la existencia de la naturaleza humana con sus necesidades, sin orden de belleza, naturaleza, tradición y convivencia social. Cuando los modernistas diseñaban proyectos de renovación urbana reemplazando los barrios tradicionales por autopistas, rascacielos, plazas azotadas por el viento y arquitectura brutalista.

Aunque estos desarrollos estuvieron ligados al supuesto progreso, éste no era guiado por el humanismo. En lugar de buscar modelar a la naturaleza humana, la esperanza ilustrada en el progreso se concentraba en las instituciones humanas. De modo que los sistemas creados por los humanos, como los gobiernos, las leyes, los mercados y los organismos internacionales se han convertido en el blanco natural para la aplicación de la razón a la mejora del ser humano.

Dice Pinker que de acuerdo a esta nueva forma de pensar, el gobierno ya no procede de un mandato divino sino de un sinónimo de la nueva sociedad o una encarnación del alma nacional, religiosa o racial. Es una nueva invención humana convenida mediante un contrato social que está destinada a fomentar el bienestar de los ciudadanos, coordinando sus conductas y disuadiendo los actos egoístas que pueden ser tentadores para todos los individuos pero que empeoran las condiciones de vida de las grandes mayorías de bajos ingresos.

Los pensadores ilustrados eran ciudadanos de su época (el siglo XVIII), aunque algunos eran racistas, sexistas, antisemitas, dueños de esclavos o duelistas. Muchos de los asuntos que les preocupaban entonces ahora nos resultan incomprensibles, planteando ideas absurdas más otras muy brillantes. Ellos nacieron con mucha antelación para poder apreciar las piedras angulares de la realidad actual.

De hecho, los hombres de la Ilustración fueron los primeros en ensalzar a la razón, por lo que les importaba mucho la integridad de los pensamientos y muy poco la personalidad de los pensadores. Aunque se comprometieron con el progreso no lo podían explicar. De modo que los conceptos de la antropología y del progreso que ahora conocemos ellos los ignoraban por completo.

Adenda: Las nuevas hipótesis sobre la naturaleza genética de la conducta del ser humano que ha divulgado Steven Pinker en sus últimas obras, además de ser poco conocidas por la mayoría de las sociedades humanas del mundo actual existen muy pocas personas sin conocimientos científicos y particularmente neurológicos y filosóficos que puedan aceptarlos. No obstante, el alto desarrollo en las tecnologías de comunicación por la vía digital están propiciando que muy pronto todo el mundo las conozca y las utilice en su vida personal.