La realidad actual es que el extremismo de la derecha permanece relegado a lejanos niveles de amenaza y considera a estos grupos irrelevantes en cuestiones de seguridad nacional. Debido a que las organizaciones de derecha solo intimidan y acosan a los grupos minoritarios de etnias que no son anglosajones. La problemática que plantea la extrema derecha en Estados Unidos se va perdiendo en debates públicos y en políticas que derivan en asuntos como la identidad nacional, la inmigración, la integración de la sociedad e inclusive la seguridad nacional. Subyace también la capacidad de reacción de la extrema derecha que utiliza cualquier evento violento para movilizar a sus simpatizantes y generar mensajes de rechazo, odio e intolerancia para las minorías de pobladores de etnias que no son anglosajonas.
Aparece además la utilización del mundo ‘on line’ y de las redes sociales para hablar desde el anonimato y la impunidad. Si no se evidencia la amenaza supremacista blanca se debe a la percepción general de la incapacidad de estos grupos para tener una verdadera fortaleza, estructura y apoyo social. Lo cuál es erróneo ya que otros fenómenos sociales similares como el yihadismo han mostrado capacidad de actuar aún sin contar con recursos financieros.
Gran parte de la escasa atención que se da a la presencia de la extrema derecha es por la ausencia de datos oficiales, del registro de delitos y de crímenes que se les puedan atribuir, por lo que se convierten en un fenómeno social casi oculto. Aunque la violencia política, los delitos de odio y el terrorismo son caras diferentes de una misma problemática que no debe ser tratada como si fuesen fenómenos independientes. De hecho, estos movimientos tienen estrechos lazos con organizaciones a nivel internacional y es evidente que sus efectos son transfronterizos.
Existe también una línea cultural asociada a estos movimientos que contribuyen a difundir mensajes políticos, a lograr el apoyo social y a potencializar el sentido de permanencia con música, literatura, pregones, manifiestos, videos y eventos culturales. Además de la prestación de ayudas y de servicios sociales.
El informe del Departamento de Seguridad Interior de los Estados Unidos en el 2009 señalaba como el marco económico y político propiciaba el surgimiento de la radicalización y el reclutamiento de grupos de extrema derecha. De modo que el análisis de tendencias de los factores políticos, económicos, sociales y tecnológicos da una clara idea de como pueden evolucionar en muy corto plazo los movimientos supremacistas.
Entre los principales factores políticos están: 1º. La proliferación de conflictos de bajo nivel locales y regionales que son vinculados a determinadas nacionalidades y religiones. 2º. El crecimiento de movimientos populistas de extrema derecha con líneas racistas y supremacismo blanco. 3º. Vinculación de miembros de la extrema derecha con el Ejército o la Policía. 4º. Un mundo sin liderazgo, incapaz de resolver los conflictos y atender los riesgos y amenazas del siglo XXI. 5º. Pérdida de confianza en las instituciones, cuya valoración está en los niveles mínimos en muchos países y afecta sobre todo a la clase política. 6º. Crecen los movimientos contra el Gobierno. 7º. Reacción contra el ‘salafismo’ (Reforma del Islam en el siglo XIX para volver al texto original del Corán). 8º. Redes internacionales que facilitan el efecto de emulación (copycat). 9º. Apoyo de partidos políticos y de ONG’s. 10º. Antisemitismo creciente. 11º. Reacción contra Obama y las medidas migratorias y las políticas sociales contra las minorías. 12º. Incremento de la protesta racial ante los asesinatos policiales y la aparición del movimiento ‘Black Lives Matter’.
Con relación a los factores económicos más notorios: 1º. Las crisis económicas. 2º. La desigualdad. 3º. El desempleo de los jóvenes. 4º. Desempleo de los padres de familia. El German Institute for Economic Research vincula este factor a un incremento en la xenofobia y a una pérdida de los valores democráticos en los hijos. 5º. Pérdida en el nivel económico de las clases medias. 6º. Historias sobre los empleos ocupados por extranjeros que quitan el trabajo a los nacionales.
Los ‘factores sociales’ más notorios son:
1º. Las migraciones persistentes que generan polarización social y dificultan el empleo. 2º. Una urbanización global que no puede detenerse, creando guetos urbanos que incrementan la desigualdad, el desempleo, el racismo y la xenofobia. 3º. Las personas del presente disponen de mayor conocimiento e información debido al internet y a las redes sociales que favorecen a los terroristas individuales y a los mercenarios. 4º. Crecimiento mundial de la población, envejecimiento más lento y mayor esperanza de vida.
Entre los factores tecnológicos están: 1º. Interconexiones que facilitan la información y la comunicación, así como la creación de redes internacionales. 2º. Tecnologías que pueden usarse en redes criminales, drones, impresoras 3D y robótica. 3º. Usos de Internet y tecnologías de la comunicación, financiamiento, reclutamiento, adoctrinamiento y planificación.
Para finalizar, el experto Vidhya Ramalingam ofrece un catálogo de acciones que podrían llevar a una adecuada evaluación de la amenaza del supremacismo blanco. Además de las clásicas aproximaciones que miden impacto y probabilidad, o las que se centran en los fenómenos de alto impacto, cabe considerar como determinadas acciones afectan a los ciudadanos en su vida doméstica y como son masacradas muchas vidas a través del hostigamiento, la violencia verbal, psicológica o el rechazo social. Por lo que Ramalingam señala la importancia de este fenómeno que solo en forma ocasional produce una reacción de los medios.
Adenda: Este fenómeno del supremacismo blanco no puede ser percibido por los estadounidenses debido a que desde hace siglos perdura y forma parte de la herencia genética de muchas generaciones.