En el presente, cada día es más limitada la influencia de los Estados en el planteamiento y la solución a los problemas globales, debido a que deben conciliar exigencias contradictorias de su mundo interno y reflejar de manera creciente los intereses de las grandes transnacionales y de la nueva oligarquía planetaria. A pesar de esta situación de disfuncionalidad del Estado-nación, existen organizaciones internacionales que expresan las contradicciones y los conflictos de intereses de los Estados. Es el caso de Greenpeace que indica de forma objetiva el camino a seguir en el asunto del medio ambiente. Existen además infinidad de ONG’s con diferentes niveles de influencia que crean canales de expresión ciudadana en los más diversos sectores de la sociedad global actual.
Los movimientos y las protestas de los últimos años en contra de las políticas neoliberales y de aquellas cuya proyección rebasa las fronteras de las naciones, como fueron los casos de la Conferencia de Davos, de Seattle y de la Cumbre de París expresan de forma directa las reacciones ciudadanas de todos los pobladores del mundo en el área del medio ambiente. De la misma forma se expresan el retroceso del movimiento sindical en los ámbitos nacionales y el descontento por la disminución de los salarios. Además de movimientos que asumen un liderazgo en el área laboral y que se enfrentan a los abusos contra niños y mujeres.
En el mundo actual existen muchas áreas donde se observa un proceso de reconquista del espacio ciudadano creando contrapesos a escala global. No obstante, dicho avance será frágil sino se reconstruye un nuevo tipo de democracia. En ese aspecto será necesario transformar la vida política actual para trasladarla del mundo del espectáculo y de los escándalos al del debate, el diálogo político y la responsabilidad.
Durante las últimas décadas el mundo entero ha atravesado por un proceso de mediatización extrema de la actividad política que se ha transformado en un producto comercial para la televisión, la prensa y las publicaciones, mientras que los medios solo se utilizan para manipular la opinión pública. En paralelo, los aparatos y los partidos políticos se han convertido en máquinas para intentar la conquista del poder y aún en proveedoras de empleos con la profesionalización de los mandatos públicos. A dicha profesionalización del trabajo público y a la mediatización de la vida pública se añaden la pérdida de visión y de capacidad en el mundo político y su creciente asociación con el mundo de los negocios.
Por otra parte, el colapso del socialismo real y la nueva ofensiva del neoliberalismo han ocasionado una grave crisis en las ideologías que ha repercutido en la vida política de todo el mundo. La incapacidad del mundo político actual para descifrar la nueva realidad y para enfrentar los retos del nuevo mundo digital ha hecho muy difícil la formulación de un proyecto alternativo de política de naturaleza global que sea diferente a la tambaleante política global actual y a la torpe gestión que se hace día a día de la crisis económica y financiera reiniciada en el 2008, pero que realmente se originó cuando el Presidente Clinton eliminó la regulación de las dos formas del capital (especulativo y de ahorro) depositado en los bancos, mediante la derogación de la Ley Glass-Stiegall en noviembre de 1999.
Lo más complicado de la situación global actual ha sido la simbiosis creciente entre el mundo político, la alta administración y el mundo de los negocios que han propiciado el aumento de las malversaciones, la corrupción y los abusos de los mandatarios públicos y de bienes sociales. La proliferación de los escándalos y de los enjuiciamientos por la vía judicial de dichas áreas ilustra claramente esta tendencia global.
Todo esto ha originado un alejamiento del ciudadano de la política que va desde el simple desinterés por los temas políticos hasta el fuerte disgusto que provocan el creciente abstencionismo en los procesos electorales y el aumento en la tendencia a la profesionalización y a la corrupción en el mundo político. Por lo que es urgente sanear la vida política con la reflexión y la participación ciudadana que ahora mismo solo pueden darse en un marco global donde se reconcilien el Estado y el ciudadano, para que puedan enfrentar con éxito los enigmáticos desafíos del nuevo mundo digital.
Adenda: Como todos los seres humanos de hoy vivimos inmersos en este grave conflicto de la declinación de los Estados-naciones, no es fácil percibir con racionalidad que estamos en medio de una gran crisis global y menos aún proponer soluciones viables. Aunque todo esto se hace visible si se observa la grave situación política interna que tienen la mayoría de las naciones de Occidente para la continuidad de la operación política de sus Gobiernos.
Desde los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, España, Holanda y todos los países europeos, Japón, Arabia Saudita, las naciones del Medio Oriente con Siria, Irak, Irán, Turquía y Ucrania, además de todas las naciones artificiales creadas por los procesos de colonización en Africa y en Asia ya no pueden operar debido a los graves problemas económicos, financieros, migratorios, étnicos, de terrorismo y otros achaques que son ocasionados por la obsolescencia del Estado-nación.