Estados Unidos pretende destronar a Rusia y Arabia Saudita como los reyes de la producción de crudo en el mundo. Ya que desde 1975 dejó el liderazgo mundial al ser superado por Rusia y por Arabia Saudita. Según la vicepresidenta de mercados de Rystad, la revolución del fracking está convirtiendo a Estados Unidos en una potencia energética mundial y Donald Trump ha permitido que su Pais dependa menos del petróleo extranjero, incluyendo al del Medio Oriente.
En el 2015, la producción petrolera de Estados Unidos cayó mucho, luego que la OPEP, liderada por Arabia Saudita lanzara una guerra de precios con el propósito de recuperar la gran porción de mercado que había perdido debido a la producción de esquisto y a otros sistemas productores de petróleo que generaban las energías limpias. Eso ocasionó que la oferta masiva en exceso que el crudo se desplomara de 100 dólares por barril a un precio mínimo de 26 dólares por barril.
El Departamento de Información sobre Energía (EIA) hace muy poco proyectó que la producción de crudo en Estados Unidos aumentaría a un promedio de 10 millones de barriles por día en este 2018. De modo que el crudo subió por encima de 61 dólares por barril en enero del 2018 por primera vez en dos años. Este repunte ha sido impulsado también por la explosión de un oleoducto en Libia y por las protestas de Irán.
Contrario a la OPEP y a Rusia que aceptaron extender los recortes de la producción petrolera hasta finales del 2018 para poder controlar los precios, Trump ha prometido iniciar una era de ‘dominio de la energía estadounidense’ dónde una de las claves es reducir la burocracia en torno a la extracción de petróleo. Mientras que Arabia Saudita y Rusia están trabajando en un pacto de largo plazo que podría extender el control de precios mundiales de crudo por los próximos 10 o 20 años, de acuerdo a los informes de la Agencia Reuters.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Muhammed bin Salman confirmó que ambas naciones están en conversaciones para realizar una alianza a corto plazo. Mientras que Rusia – que ya no es miembro de la OPEP – ha trabajado junto al grupo de 14 países que si son miembros buscando un acuerdo que dure de 10 a 20 años que excluiría a los Estados Unidos de dicho Tratado.
Dicen las agencias que estudian la producción de crudo que Arabia Saudita reclutó a Rusia y a otros países que no eran miembros de la OPEP para ayudar a reducir el exceso de oferta de crudo cuando colapsaron a menos de 30 dólares por barril en 2016, siendo mayores a 100 dólares por barril en el 2014. Desde entonces se recuperó hasta llegar a 70 dólares por barril, pero los precios fueron controlados por la enorme producción de crudo de esquisto en los Estados Unidos.
Según Daniel Yergin, vicepresidente de la constructora IHS Markit, los precios de la OPEP buscan institucionalizar esa relación y que el Tratado no sea un acuerdo único. Mientras que Robert McNally de la agencia consultora Rapidan Energy Group indicó que Riad quería ayudar los ciclos de auge y caída que son típicos de los mercados petroleros, limitando el alza del crudo y ayudando a elevar los precios del petróleo cuando son bajos.
McNally estima que se requeriría de una unión entre Rusia y Arabia Saudita que produjera crudo adicional cuando los precios subieran mucho. Un pacto a largo plazo entre Moscú y Riyad podría cooptar a Rusia en el cartel de la OPEP que se fortalecería, mientras que Rusia lo haría en el Medio Oriente, donde Estados Unidos ha sido la potencia que ha dominado el mercado petrolero.
La idea de esta alianza llega en un momento crítico, cuando ambas potencias no coinciden en sus puntos de vista sobre el conflicto de Siria. Ya que Riyadh apoya a los rebeldes que luchan contra el presidente sirio Bashar al Assad, mientras que las fuerzas rusas e iraníes lo respaldan.
Adenda: Es muy difícil predecir lo que sucederá en el corto plazo, pero no cabe duda de que este conflicto es el punto toral de la geopolítica mundial de este momento histórico.