Según el investigador en el Centro de Evolución y Medicina de la Universidad del Estado de Arizona en Estados Unidos, los humanos somos animales sociales, por lo que para comprender como nuestros entornos sociales afectan nuestra salud podemos ver a otros animales con los que compartimos una historia evolutiva.
Los investigadores decidieron centrarse en los estudios sobre animales porque la sociedad humana actual ha introducido otros factores que influyen en la salud, como la atención médica y el cuidado de la alimentación. Dichas variables dificultan saber si la adversidad social causa mala salud y de qué manera.
El estudio reveló que las relaciones e interacciones sociales pueden alterar la fisiología animal, el riesgo de enfermedades y la esperanza de vida. Y confirma que el aislamiento social está asociado con un mayor riesgo de mortalidad. De hecho, ésta fue solo una de las razones que empujó a Reino Unido a crear en 2018 una estrategia contra la soledad.
Snyder-Meckler, el investigador inglés demuestra que este vínculo entre el aislamiento social y la mortalidad se incrementa en todo el reino animal y dice que los animales que están menos conectados socialmente tienden a vivir vidas más cortas en todos los ámbitos. Dice que una hipótesis es que estar conectado socialmente significa tener un entorno más predecible y menos estresante. Ya que el estrés puede afectar negativamente al sistema inmunitario.
Estos resultados coinciden con las actuales medidas de distanciamiento social para evitar los contagios del SARS-CoV-2 que no afecta directamente a la salud y la supervivencia, pero afecta mucho a la salud mental.
Aunque no se pueda estar físicamente con amigos y familiares, se puede hacer virtualmente. Estas conexiones están arraigadas en nuestra historia evolutiva y pueden protegernos de las consecuencias negativa para la salud provocadas por tiempos inciertos. Así concluye Snyder-Mackler.