¿Desglobalización?

Desde una perspectiva histórica, la globalización no ha tenido una evolución lineal. En varias décadas de rápido crecimiento de este fenómeno social, el mundo ha obtenido grandes beneficios en muchos aspectos, como la educación, la salud, la demografía y la vida política, económica y social. Aunque también ha crecido la brecha entre pobres y ricos, además de una profunda división entre el capital y el trabajo, tal como lo había previsto Karl Marx.

No existe duda de que la globalización continuará, pero con una narrativa diferente, donde China estará marcando el comienzo de una nueva era de ‘reglobalización’ que traerá consigo la creación de un nuevo orden mundial de gobernanza. Aun cuando las absurdas medidas antiglobalización de Trump generan una gran incógnita de lo que sucederá en Occidente en los próximos años, existen ahora tendencias que indican que la globalización continuará.

Una de esas tendencias a un ritmo acelerado es el retroceso del neoliberalismo a nivel mundial y la otra es el camino de crecimiento de China y la resistencia de su sistema político. En la última década, China ha adoptado un sistema proactivo para la generación de bienes mundiales que van desde la Organización de Cooperación de Shangai hasta el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura que forman parte de la Asociación Económica Integral Regional de la iniciativa ‘One Belt & One Road’.

Ante la creciente incertidumbre económica y política de los países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y China, surge el ‘foro del cambio climático’ como una fuerza generadora de estabilidad y de continuidad para afrontar los presentes desafíos en el orden mundial existente con EUA, Reino Unido, Francia e Italia a la cabeza.

En estos momentos, ante el panorama político y económico cambiante, donde la convergencia entre los países desarrollados no se había visto desde hace doscientos años cuando surgió la revolución industrial, el orden mundial está experimentando un cambio histórico que pretende establecer la gobernanza mundial entre el este y el oeste en condiciones más justas y equitativas.

La ‘reglobalización’ no significa abandonar el orden mundial existente, situación que China ha expresado en forma reiterada, señalando que solo desea salvaguardar, reforzar y adecuar el sistema existente de gobernanza global a la situación presente. No obstante, el aumento del populismo en Estados Unidos y en Europa, ocasionado por la creciente brecha entre ricos y pobres, sigue alimentando la ira de los pobres contra las élites. Y si no logra controlarse no hay duda de que será difícil o quizá imposible el establecimiento de un orden mundial de gobernanza que todos acaten.

Según Marco Rappaport, experto en economía y política mundial, existe un paralelo entre la situación actual y la crisis que desató la 2ª. Guerra Mundial. Tanto el Brexit, como las medidas anunciadas por Trump indican un regreso a medidas proteccionistas y subsiste el peligro de que para salir de esta crisis se origine otra vez una Guerra Mundial.

Lo que advierten la mayoría de los expertos en asuntos globales es coincidente en varios puntos:

1º La Organización Mundial de Comercio (OMC) prevé que los intercambios mundiales solo crecerán entre 1.8 y 3.7% en el 2017. Desde que terminó la crisis del 2008, el comercio mundial ha crecido muy poco o nada.

2º- La globalización no puede desaparecer de repente ya que la tecnología seguirá avanzando, pero puede frenarse si no hay voluntad política en las naciones líderes. Dice George Saravelos, jefe de estrategias de divisas del Deutsche Bank que si la quiebra de Leheman Brothers en el 2008 fue el detonante de la crisis actual, este año se recordará por la aparición de una nueva megatendencia, ya que la globalización ha tocado fondo y empieza a caer.

3º El Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS), el Foro de Estabilidad Financiera (FSB), el FMI, la OMC y todos los grupos de países (G-7, G-8, G-10 y G-20) han ido parchando el caos regulativo de la Banca y la falta de instituciones para la integración de la economía mundial. Se vive ahora lo que Ian Bremer, uno de los creadores del ‘análisis de riesgo político’ llama G-0, porque no hay un líder y cada país es libre de hacer lo que quiera.

4º. Se vive ahora lo que Lawrence Summers, el ex Secretario del Tesoro de Bill Clinton llamó ‘estancamiento secular’. O sea, bajo crecimiento y precios estancados, por lo que las deudas valen más cada día, el paro laboral es alto y los salarios deprimidos. Lo que es una reacción habitual de cualquier economía tras de una crisis financiera. Tal y como lo revelan los profesores de Harvard Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart en su libro ‘Esta vez es tarde’ donde analizan las crisis financieras de los últimos 900 años.

5º. De forma paradójica, quienes en 1977 votaron por el ajuste salarial y de impuestos de la Thatcher, ahora rechazan la globalización. Diciendo que los enemigos de la integración global son las personas de mayor edad y las que tenían un bajo nivel educativo. Debido a que a ellos les ha golpeado más la globalización y les ha hecho perder riqueza y su primacía cultural.

Adenda: En resumen, el debate sobre la globalización es sobre todo un debate entre la gente mayor y la de zonas rurales contra los jóvenes y las personas que viven en las ciudades. Pero si las ciudades y los jóvenes de hoy cambian de pronto sus paradigmas, esta etapa de la economía será un ciclo muy distinto al que se inició en 1977.