De la primavera china a la árabe

 

En el mes de abril de 1989, el primer ministro de China había planeado una entrevista con Gorbachov en la Plaza Tiananmen de Pekin. El evento de corte internacional sería cubierto por la CNN y trasmitido en vivo a todo el mundo. No obstante, aconteció un hecho inesperado cuando se presentaron en dicha plaza más de un millón de estudiantes silenciosos que andaban en busca de reformas políticas, derechos fundamentales y una elemental apertura democrática.

Aunque las cámaras de CNN permanecieron en dicho lugar y Gorbachov no se presentó, la multitud de estudiantes continuaba su protesta en silencio y el evento era trasmitido a gran parte del mundo. Muy pronto fueron cercados por gran cantidad de tanques de guerra y por soldados de la dictadura china. Para el día 20 de mayo el Gobierno de China declaró una ley marcial y la CNN tuvo que dejar de transmitir.

Como ya es conocido, las demandas de apertura política promovidas por los estudiantes en la Plaza Tiananmen no lograron grandes avances en ese momento y hasta la fecha es desconocido el número de víctimas generadas durante la represión expresando cifras muy variables de acuerdo a las diferentes fuentes de información. Pero el hecho fundamental fue que el partido oficial chino se reconstruyó y vino entonces el milagro económico que logró la permanencia de la dictadura comunista china, aun cuando sus jefes políticos no habían sabido negociar con los disidentes.

A pesar de su inesperado y cruento desenlace, la transmisión global de este evento causó efectos enormes en el mundo comunista de esa época. En noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín; poco después, en octubre de 1990 surgió la unificación de Alemania y en 1991 se disolvió la Unión Soviética. Sólo había logrado sobrevivir la dictadura comunista de China debido a su maravillosa fórmula económica generadora de una enorme clase media superior en pobladores y en ingresos a la de todo el mundo de Occidente.

Mientras que el gran imperio de China logró salvarse de su caída gracias a su maravillosa economía híbrida de comunismo y capitalismo, la caída del Imperio Norteamericano se inició dos décadas después, cuando todas sus colonias del Norte de Africa y alrededor de la Península Arábiga iniciaron el movimiento social conocido como ‘la primavera árabe’. Aunque la difusión de las noticias cambió de tecnología al surgir las redes sociales, el hecho fundamental era que las dictaduras militares creadas en esa región empezaron a derrumbarse en función de que sus principales fuentes de riqueza, como eran el petróleo y el turismo habían quedado en manos de unos cuantos aristócratas que no querían compartirlas con las clases sociales inferiores y había surgido un nuevo medio de comunicación digital que no podía ser controlado por los gobiernos dictatoriales: el de las redes sociales.

Aunque la revolución democrática del mundo árabe se inició en Túnez, al quedar todo el universo del turismo en manos de su dictador, el país más importante de la región era Egipto, cuyas protestas populares comenzaron en enero del 2011 y duraron 18 días. A partir del 28 de enero, el gobierno de Egipto decidió cortar por completo el acceso a Internet para impedir que los manifestantes se organizaran a través de las redes sociales. El Presidente Mubarak cesó a todos los funcionarios de su Gobierno y creó uno nuevo. El 2 de febrero activistas pro Mubarak lideraron una ‘anti protesta’ contra los manifestantes y atacaron a los periodistas internacionales, hasta que Mubarak dimitió y cedió su poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Militares patrocinado por los Estados Unidos.

Desde entonces Egipto, al igual que Libia, Argelia, Túnez y todas las naciones del Gran Medio Oriente que ahora incluyen a Siria, ya no están bajo el control total de los Estados Unidos y surge una nueva revolución democrática, similar a la que ocurrió en Pekín en 1989, pero ahora no existen elementos para pensar que los Estados Unidos podrán controlarla – como fue el caso de China – a través de su desarrollo económico, ya que su nueva visión de la economía es con una fórmula totalmente especulativa que no genera empleos ni objetos materiales y no podrá reconstruir el enorme sector de la clase media donde se han sustentado todas las economías capitalistas.

Algo similar está ocurriendo en la región del Medio Oriente, donde no existe ninguna revolución democratizadora, sino un simple abandono de los Estados Unidos a sus viejos aliados y colonias de esa región, ya que no tiene capacidad económica para mantener sus instalaciones bélicas, políticas y comerciales, pero al igual que en la ruta del Gran Medio Oriente se están retirando en silencio y bloqueando todos los medios de información, incluyendo las redes sociales para tratar de ocultar la brutal caída de su Imperio.

Adenda: Desde el principio del siglo 20 el negocio de las guerras era un mecanismo político y económico de las grandes potencias para adquirir más territorios, materias primas y alimentos. Luego se convirtió en una empresa del Estado que manejaba mercenarios, energéticos y exportación de servicios, tecnologías, transportes y materiales bélicos. Todo eso ha terminado con la velocidad del transporte y de los medios de información. Mientras las grandes potencias que son cautelosas, como China, dan la espalda a todo tipo de provocaciones y se refugian en el gran mercado de bienes materiales que fue abandonado por los norteamericanos desde fines del siglo 20. Además utilizan todos los nuevos medios de comunicación para bloquear la información acerca de los asuntos internos y secretos de su Imperio.

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