De Animales a Dioses (Parte II)

Me ha costado un gran esfuerzo hacer una síntesis muy breve del extraordinario libro de historia universal escrito por el profesor de historia Yuval Noah Harari, ya que la mayor parte de su narrativa contiene el período de 2.5 millones de años desde que aparecieron las primeras especies del homo erectus que deambularon por Africa, Asia y Europa hasta que se formó la primer aldea fija alrededor del 9500 AC. Y de ahí hasta el período moderno tardío que empezó con la ‘revolución industrial’ a principios del siglo XIX, toda la sociedad humana existente vivió de la agricultura.

Los esfuerzos vinculados con la agricultura tuvieron consecuencias muy importantes, ya que fueron el fundamento de sistemas políticos y sociales a gran escala aunque los campesinos nunca consiguieron una seguridad en el futuro inmediato de sus economías. Por todas partes surgieron gobernantes y élites que vivían a costa de los excedentes de los alimentos producidos por los campesinos quiénes apenas alcanzaban a sobrevivir.

Dice Harari que dichos excedentes alimentarios confiscados impulsaron las guerras, la política, el arte y la filosofía. Mientras se construían palacios, fortalezas, monumentos y templos. Hasta la época del moderno tardío el 90% de los seres humanos que vivían en el Planeta eran campesinos que se levantaban cada mañana para labrar y cultivar la tierra. Los excedentes que producían alimentaban a la minoría de las élites, ya fueran reyes, burócratas, soldados, sacerdotes, artistas y pensadores que son los que llenan los libros de la Historia.

Con los excedentes alimenticios, además de nuevas formas de transporte se propició la formación de aldeas más grandes, después de pequeños pueblos y luego de ciudades que estaban unidos por nuevos reinos y redes comerciales. No obstante los excedentes alimenticios crecieron los conflictos entre los pobladores sin que se pudiera llegar a ningún acuerdo práctico.

Según Harari, la mayor parte de las guerras y revoluciones de la Historia no fueron causadas por la falta de alimentos, sino por pugnas entre los miembros de las élites. La base del problema de guerras y conflictos fue que durante miles de milenios los humanos vivieron en grupos de unas cuantas decenas de gentes y luego, en pocos milenios, tras la revolución agrícola en el 8,500 AC aparecieron ciudades, reinos e imperios que no permitieron la evolución del instinto de cooperación en masa del ser humano.

Ningún sociólogo de la antigüedad habría pensado que las mitologías existentes seguirían vivas varios milenios más, pero lo cierto fue que los relatos sobre espíritus ancestrales y tótems tribales fueron lo bastante fuertes para iniciar intercambios comerciales en especie, llevar a cabo celebraciones y unir fuerzas para combatir bandas de otras tribus. Pero nadie pensó que dichas mitologías capacitarían a millones de personas de las más diferentes etnias y culturas para cooperar en una tarea de naturaleza global.

De hecho, los mitos han sido mucho más fuertes de lo que nadie imaginó. En el 8,500 AC, los mayores poblados del mundo eran aldeas pequeñas como la de Jericó en las que vivían unos cuantos centenares de personas, pero en el 7,000 AC, la ciudad de Catalhoyue en Anatolia tenía el mayor poblado del mundo con una población que variaba entre 5000 y 10000 habitantes. Y en el 3,100 AC, todo el Valle del Nilo fue unificado por el primer reino egipcio. Sus faraones gobernaban sobre territorios con miles de kilómetros cuadrados y cientos de miles de pobladores. Y en el 2,250 AC se formó el primer imperio Acadio que tenía un millón de súbditos y un ejército permanente de 5,400 soldados.

Entre los años 1000 AC y 500 AC surgieron los primeros megaimperios en el Oriente Próximo: el imperio asirio tardío, el babilonio y el persa con millones de súbditos y decenas de miles de soldados. Durante el apogeo del Imperio Romano habían más de 100 millones de súbditos, con un ejército permanente de cientos de miles de soldados, una burocracia con más de 100 mil funcionarios y una red carretera que aún se usaba después 1500 años después de que había sido contruída. Además de que habían teatros y espacios públicos para todo tipo de espectáculos.

No obstante, en los hechos, la gran mayoría de las redes de cooperación humana se organizaron para oprimir y explotar a las clases populares. Todas las redes de cooperación desde las ciudades de Mesopotamia, hasta las empresas chinas y romanas fueron organismos que surgieron de la imaginación. Las reglas que los sustentaban no se basaban en instintos naturales, ni en relaciones personales sino en la creencia en mitos compartidos.

Harari hace la comparación entre dos mitos de la Historia muy conocidos y con una diferencia de 3,000 años: El Código de Hammurabi del año 1776 AC y la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en el 1776 dC que todavía es vigente para más de 300 millones de estadounidenses. Concluye Harari que los conceptos del mundo de cada época eran totalmente falsos, ya que provenían de distintas interpretaciones de mitos divinos que han sido desplazados por los hechos científicos y aún por la evolución de la cultura colectiva.

Ahora se sabe que desde el punto de vista científico no existen diferentes castas en el mundo, ya que todos los genes y cerebros de los seres humanos son similares, así como es ridículo pensar que los dioses existentes tengan poderes trascendentales y preferencias por ciertos grupos sociales en particular, como ocurrió con la mitología estadounidense del siglo XVIII.

La hipótesis fundamental de Harari es que todos los desarrollos del ser humano han obedecido a la difusión de narrativas falsas durante varios miles de milenios que han sido aceptadas por las grandes mayorías y siguen operando en dicha forma hasta los tiempos actuales.

Adenda: Lo más enigmático de la historia del ser humano hasta ahora es que no se sabe aún si durante su milenario proceso evolutivo mejoró su capacidad intelectual y si ahora es más o menos feliz que antes.