De Animales a Dioses (Parte I)

Gracias a la recomendación de un gran amigo mío, he leído uno de los libros más maravillosos en mi ya larga vida. Está escrito por un joven genio israelita llamado Yuval Noah Harari quien es profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén y luego se doctoró en la Universidad de Oxford. Harari apenas tiene 42 años y ya ha escrito cuatro importantes libros sobre distintas época de la historia humana antes que ‘De Animales a Dioses’, al cual él mismo subtitula como ‘Breve Historia de la Humanidad’.

A pesar de que este libro está perfectamente documentado por infinidad de investigaciones científicas del mismo Harari y de otros antropólogos, genetistas y arqueólogos contemporáneos que están visitando a los principales sitios del Medio Oriente, de Europa, de Africa y de Asia en donde el ser humano transitó del paleolítico al neolítico no deja de exhibir sus dudas en muchas de sus teorías.

En su primera parte analiza dos hechos de la historia de la humanidad de gran importancia y generalmente desconocidos o mal interpretados por la historia tradicional: En primer lugar explica porque el ‘homo sapiens’ predominó sobre las demás especies homínidas que existieron cuando la aparición en el Planeta del ‘homo erectus’ y en segundo lugar da una extraordinaria explicación del proceso de sedentarización del ser humano en la región de Levante, donde luego surgió Mesopotamia tras  la creación de los primeros campos agrícolas para producir trigo.

En términos coloquiales y con un extraordinario sentido del humor, Harari describe las causas por las cuáles los ‘homo sapiens’ fueron las únicas tribus nómadas de cazadores recolectores que lograron adaptarse a los cambios climáticos, al crecimiento demográfico, a los períodos de escasés de alimentos, a la infinidad de enfermedades que mermaban a sus pequeños grupos tribales que nunca superaban a las 150 personas y a su capacidad de asociarse con personas de otros grupos tribales con diferentes lenguajes y costumbres.

A pesar de que los neandertales tenían mayor masa cerebral y poseían cuerpos físicos muy superiores a los ‘sapiens’, fueron estos los que se adaptaron más a los cambios de la naturaleza y quienes desarrollaron la capacidad de comunicación y de asociación con otros grupos tribales con quiénes lograban mejores niveles de caza y de recolección, pero fueron finalmente los sapiens los únicos que sobrevivieron a los intentos de asociación y de generación de infantes en eventuales aparejamientos con miembros de otras tribus. Al grado de que el ADN de los neandertales apenas quedó en un 2.5% en los seres humanos que poblaban el mundo hacia el principio del período neolítico en el año 30,000 AC y desapareció por completo del género humano hacia el 12,500 AC cuando surgió la agricultura con los natuficios en Levante.

Harari explica con gran claridad como y porqué surgió la agricultura en la región de Levante, a donde habían emigrado un grupo de tribus de cazadores-recolectores por cuestiones de cambios climáticos que habían arrasado con las plantas y las principales crías de animales salvajes que los alimentaban. De forma casual descubrieron las propiedades alimenticias de la semilla de trigo y pensando que teniendo una base alimenticia segura podrían domesticar a la mayoría de los animales que formaban parte de su dieta, principalmente vacas, cerdos, ovejas y gallinas crearon el primer asentamiento humano de la historia hacia el año 9,500 AC en lo que ahora es Jericó en Israel.

Para la mayoría de los historiadores, este primer asentamiento significó la primer posesión privada de la historia y piensan que de ahí surgió el problema actual de una pequeña élite que se sentía la dueña del poder económico y político de esa tribu y ha sido a través de los años la forma de control que ejerce un pequeño grupo de poderosos sobre el resto del grupo social y sin importarle que ese grupo social mayoritario se vaya empobreciendo cada vez más. Ya que consideran que su situación es una especie de poder divino que solo puede transmitirse a sus herederos.

Harari piensa que el proceso agropecuario que generó las primeras sociedades humanas sedentarias no sólo fue accidental, sino que como no había forma de saber lo que sucedía en una o dos generaciones pasadas, los pueblos crecieron en función de los hechos del presente, de la demografía natural y sin conocer que en el pasado sus avances en materia alimenticia les habían causado más problemas que cuando eran tribus nómadas, ya que tuvieron que construir almacenes para guardar sus provisiones para los períodos de escasés, teniendo que gastar buena parte de su tiempo y de sus momentos de felicidad que antes tenían en dichas construcciones que no evitaban los intentos de robo de ladrones de otras tribus y la generación de violencia.

Tiene Harari dos conclusiones muy importantes en esta primera parte de su libro: el dominio final que ha ejercido el ‘homo sapiens’ sobre los demás tipos de homínidos y sobre el mundo en general fue debido a su capacidad de generar historias más completas que las otras tribus nómadas de entonces sobre lo que podía contemplar en sus frecuentes incursiones en búsqueda de alimentos producidos por la naturaleza y en la cacería de animales para comer su carne y su grasa. Esa especial manera de relatar el mundo en que vivían les abrió el espacio con una sociedad más compleja y con mayor número de personas que asociadas podían alcanzar mejores resultados que en grupos pequeños. Pero lo más importante de esas historias es que en ellas participaban seres irreales o fantasmas que se convirtieron en los dioses y en los mitos que determinaban finalmente su futuro inmediato. Algo muy similar a lo que ahora mismo todavía ocurre en todo el mundo.

La segunda conclusión es que a pesar de que han transcurrido cientos de miles de años, las acciones del ser humano para mejorar su vida doméstica no solo no han servido para nada, sino que los han hecho más infelices y no saben hacia donde van.