El físico Andrew Steele está convencido de que la ciencia puede encontrar ‘una cura’ para frenar los síntomas de la vejez, como lo hizo la ‘Tortuga Harriet’ que murió en un zoológico de Australia en 2006 a los 175 años y nació en las Islas Galápagos donde fue coleccionada por Charles Darwin y llegó al siglo 21 muy vigorosa y sin dolor alguno.
En cambio, los seres humanos no tienen esa fortuna y casi nadie llega a los 100 años. En cuanto avanza el tiempo su organismo se hace más frágil y propenso a enfermar. En cambio, las tortugas galápagos, como Harriet conservan el mismo riesgo de morir desde que nacen hasta que mueren. Pero el riesgo de morir de los humanos se duplica cada 8 años. Cuando el humano tiene 30 años su posibilidad de morir es de 1 en 1000, pero a los 80 es de 1 en 20.
Muchos humanos pasan las primeras 5 o 6 décadas completamente sanos, pero a los 50 es posible que tengan algún dolor o hayan perdido firmeza, pero al llegar a los 60 comienzan a perder la agudeza de los sentidos. Entonces aparecen las células ‘senescentes’ y el deterioro del sistema inmune.