El pasado mes de abril fue designado el Almirante Mike Rogers como jefe al mando de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) y del Comando Cibernético de los Estados Unidos. En su primera entrevista pública declaró que ‘su principal objetivo era el de ser más sincero con los ciudadanos norteamericanos’ sobre la mayor parte del trabajo que realiza la NSA, después de las revelaciones perjudiciales realizadas por el ex contratista del NSA, Edward Snowden.
Aunque defendió de forma incondicional los controvertidos programas de vigilancia electrónica del organismo de espionaje, señalando que eran legales y que solo requerían de una mejor explicación al público. Durante la Cumbre de Reuters, celebrada en Washington, Rogers ha cargado contra Snowden y dijo que requería de su ayuda para saber cuáles fueron los principales errores que cometieron. Aunque dice que a pesar de que robó al Gobierno de los Estados Unidos y a su organismo de Seguridad Naional gran cantidad de información confidencial, sólo una pequeña parte de ella guarda relación con la NSA y con la privacidad.
En este contexto de las modificaciones legales del Estado para seguir conservando el poder dentro y fuera de su territorio, el gran intelectual Noam Chomsky hace un breve y sustancioso análisis sobre este asunto, señalando que es obvio por demás que el principio fundamental de la teoría de las relaciones internacionales es con el propósito de garantizar la seguridad de los Estados. A decir del estratega de seguridad durante la Guerra Fría, George F. Kenan, el gobierno se crea ‘para garantizar el orden y la justicia hacia el interior del Estado y para proveer a la defensa de la comunidad’
A pesar de lo obvio de este concepto, cuando se hace la pregunta de quién es el beneficiario de esa seguridad surgen tres respuestas inmediatas: la población en general, la protección del poder del Estado o los poderes fácticos dominantes. Señala Chomsky que ahora mismo el poder del Estado está en su punto histórico más alto de los últimos doscientos años para impedir que sus propios ciudadanos puedan controlarlo o simplemente vigilarlo.
Según Edward Snowden, su decisión de renunciar a la política de su Estado se debió a la gran mentira bajo juramento que pronunció el director de seguridad nacional, James Clapper el año pasado negando la existencia de un programa de espionaje interno en los Estados Unidos para que no se vulnerara la seguridad del Estado.
Es obvio que existen infinidad de argumentos en contra de esta posición hipócrita de los gobiernos, ya que siempre que se expone al público un plan de gobierno, por su propia naturaleza pública no requieren de mayor explicación o información. Asimismo se pueden observar mentiras innecesarias justificadas en la seguridad del Estado como cuando Obama sostuvo ante el Congreso la necesidad del espionaje de la NSA para detener 54 supuestas conjuras terroristas contra Estados Unidos violando en esta forma su Cuarta Enmienda Constitucional.
Desde luego que la seguridad del Estado y de sus líderes está amenazada por la conciencia moral del público, pero así han funcionado los sistemas políticos que se dicen democráticos, por lo que algunos politólogos de ultraderecha, como Samuel Huntigton señalan que quienes manejan el Estado deben crear una fuerza que sea percibida pero que no sea vista. Señalaban que ‘el poder expuesto a la luz se evapora’
En los Estados Unidos, como en la mayoría de los países del mundo, la prioridad de sus gobernantes es la seguridad del poder del Estado frente a su comunidad y no al revés. En términos generales puede decirse que los funcionarios ante instancias internacionales representan a los intereses de los grandes consorcios y en un grado ínfimo a los ciudadanos comunes.
Por lo general, la seguridad del sector empresarial suele ser una preocupación regular en las políticas de gobierno, ya que ese sector formula gran parte de las políticas del Estado, mientras que la seguridad de la población promedio del país, o sea la verdadera ‘seguridad nacional’ importa muy poco al Estado.
Cuando los Estados Unidos abandonaron por incosteabilidad las guerras trasatlánticas y surgió el ‘terrorismo de Estado’ con los drones y los aviones espía se originó una nueva identidad en las naciones donde se desarrollaban las nuevas guerras secretas. Según el destituido comandante en jefe de la OTAN, esas nuevas personas anónimas, señaladas como enemigos del Imperio norteamericano han ido configurando el nuevo mundo actual cargado de odio hacia los norteamericanos y sus aliados ya que por cada persona inocente que asesinaban selectivamente con ‘drones’ se creaban diez nuevos enemigos soterrados.
Adenda.- No hay duda de que el Estado de los tiempos actuales en todas las regiones del mundo está desarrollando una presión inusitada de legitimación hacia su interior y hacia las demás naciones del mundo utilizando los instrumentos del nuevo mundo digital. Lo que se desconoce es si esta presión exagerada para mantener el poder del Estado y de los poderosos podrá ocasionar la declinación y la desaparición de esta institución política universal.
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