Dice Alain Touraine que la euforia propiciada por la democratización de los sistemas políticos de Europa del Este se debió más a la desaparición de los vestigios de un poder totalitario que a su equiparación con otras democracias europeas más sólidas. Por otra parte, la existencia de más democracias no debe hacernos olvidar los desafíos a los que se enfrentan en la etapa de fin de siglo.
En el caso de las transiciones a la democracia surgidas tras la caída de la Unión Soviética, la política está muy condicionada por el retorno de la economía de mercado y por los problemas excluyentes de los nacionalismos, mientras que en las democracias occidentales, la política se ve condicionada por la economía, la globalización, las nuevas tecnologías y la gran diferencia entre las culturas. De modo que la unanimidad existente sobre la legitimidad de la democracia como sistema político convive con la diversidad de significados ante los nuevos problemas que hoy afronta.
Desde hace años, Robert P Dahl señalaba que la democracia es tanto una idea como una serie de prácticas institucionales forjadas desde Grecia hasta el presente donde convergen diversas tradiciones del pensamiento político que en muchos casos son incongruentes entre sí y revelan problemas para los que no existe una respuesta definitiva.
En el último libro de Dahl sobre la democracia se subtitula una guía para los ciudadanos. Que se plantea como una recopilación unitaria y sistemática de la tradición del pensamiento político. Es una especie de manual universitario que hace comprender el devenir histórico de la democracia a través de los autores clásicos.
Adenda: Seguiré con este concepto en el siguiente artículo.