El actual escenario migratorio que enfrenta Europa ha sido calificado como la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo a los datos de la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), en el 2015 han cruzado el Mediterráneo más de 300,000 migrantes para huir de los conflictos que existen en sus países de origen. En este momento actual, la mayoría de los migrantes proviene de la guerra civil de Siria y ya han sobrepasado a los afganos, eritreos y de otras naciones africanas.
Según la ACNUR, la mayoría de los refugiados ya no ven como opción de vida a los campos para refugiados que existen en los países vecinos y han decidido emigrar a Europa, ahora que Alemania ha decidido no frenarlos. Por otra parte, el tráfico de personas por el Mediterráneo constituye un negocio enorme para las redes del crimen organizado y genera unos 650 mil millones de dólares al año. Alemania es el principal destino de los migrantes, ya que junto con Francia presentará el próximo 14 de septiembre una propuesta para redistribuir 40,000 refugiados entre los 28 estados de la Unión Europea en proporción a sus PIB’s y a sus tasas de desempleo. Por lo que Alemania recibiría un 21.9%, Francia un 16.88 y España un 10.72%.
Al margen de esta información documentada de la ACNUR, la mayoría de las agencias occidentales expertas en tierras agrícolas explotables en todo el mundo estiman que sólo existen alrededor de 1400 millones de hectáreas aptas para la producción agrícola. Y opinan que dichas tierras representan una posibilidad de inversión altamente rentable para los países ricos en los años próximos. Por lo que invertirán cerca de 150 000 millones de dólares en la compra de terrenos agrícolas. Esto se debe a que existe la predicción – muy lógica – de un aumento constante en los precios de los alimento. Se espera que en el 2017 el precio del trigo y el de la cebada aumentarán en un 50% y el de la semilla de girasol se duplicará.
En varios países del mundo la compra de tierras agrícolas fuera del territorio nacional se ha convertido en política de Estado. Los casos más conocidos son los de los Estados del Golfo Pérsico, China, Corea del Sur, India, Japón y los Estados Unidos. Inclusive los jeques árabes saben que el petróleo se acabará en un par de décadas más y ya están comprando tierras agrícolas fuera de sus fronteras. Por ahora, Africa es el territorio más atractivo – en términos de cercanía y de bajos costos – además de contar con una mano de obra muy barata, sin problemas laborales, fiscales y de servicios sociales.
También se está generando un ‘boom’ en la compra de tierras agrícolas en Ucrania, donde existe ahora una profunda crisis financiera y económica. Según los cálculos de los expertos en tierras agrícolas, en Africa los extranjeros rentan más de 60 millones de hectáreas y su costo de arrendamiento es prácticamente simbólico. En Etiopía es de 1.2 dólares por hectárea al año, mientras que la compra de tierra es de 20 a 30 dólares por hectárea y ha empezado a ser adquirida por los países desarrollados de Occidente, encabezados por Alemania y los Estados Unidos.
Por lo general, las empresas agrícolas de estos países hacen cultivos ‘genéticamente modificados’ de semillas y de palma aceitera para elaborar biodiesel. Actualmente, la empresa estadounidense Monsanto es líder en la distribución de productos genéticamente modificados. Existen además, algunas famosas universidades estadounidenses, como Harvard y Vanderbilt que están comprando tierras en Africa a través de la empresa inglesa Emergent Asset Manangment y la Universidad de Iowa, asociada con Agrisol ha iniciado un proyecto en Tanzania por 700 millones de dólares, desplazando a más de 162,000 africanos de sus residencias originales en Katoomba y en Misom. Pero la mayoría de estos nuevos propietarios son políticos que han utilizado sus posiciones para lograr esos propósitos personales.
Un ejemplo muy claro de este nuevo negocio es el del embajador de los Estados Unidos en Sudán, Howard Eugene Douglas, quién fundó Kineyeti Development Co., una empresa de Texas que compró 600,000 hectáreas en el Sudán africano e iba expulsando a los pobladores originales conforme las iba adquiriendo. Aunque por lo general el proceso de compra de tierras se escondía y se esconde ahora mediante ‘join ventures’ formadas por testaferros locales y extranjeros que pueden eludir las leyes de cualquier país del mundo.
En el pasado, las colonias se creaban mediante el uso de la fuerza bélica, pero hoy en día basta con comprar el terreno a bajo precio y a los propietarios originales se les quita el control de sus tierras. En el caso de Ucrania, el 75% de su tierra cultivable de 33 millones de hectáreas ya es propiedad privada y gran parte de la tierra agrícola está en manos de oligarcas locales vinculados con las nuevas autoridades nacionales y con Occidente.
Estas explotaciones agrícolas estadounidenses tienen en primer lugar a Monsanto, uno de los mayores productores de semillas genéticamente modificadas en todo el planeta y ya ha anunciado una inversión de varios miles de millones de dólares en el sector agrícola de Ucrania. Otro tanto hará el Cargill Agrarian Holding según el Oakland California Institute que estudia asuntos de seguridad alimentaria y de cambio climático, así como el crecimiento enorme de la inversión de Occidente en el sector agrario de Ucrania que de acuerdo a las compras de los últimos meses del 2015 puede considerarse como la compra total del potencial agrícola de Ucrania.
Por otra parte, los principales organismos financieros de Occidente como el Banco Mundial y el FMI han vinculado los intereses del capital occidental con el otorgamiento de nuevos préstamos a las autoridades de Ucrania a cambio de que reduzcan el control estatal en el sector agrícola, incluyendo el gran negocio de los transgénicos. Por lo que algunos inversionistas extranjeros se convertirán en el corto plazo en propietarios de las empresas agrícolas de Ucrania.
Además de las empresas de EUA existen cerca de 40 empresas agrícolas alemanas que trabajan en territorios de 2000 y 3000 hectáreas. De acuerdo a la Land Matrix del German Institute of Global and Area Studies en Hamburgo, alrededor de 1.7 millones de hectáreas de Ucrania son propiedades extranjeras en la actualidad. Estas tierras de cultivo ucranianas también están interesando al fondo de pensiones de la empresa estadounidense NCH Capital que rentó 450,000 hectáreas para cultivos transgénicos. Aunque la legislatura alemana ha protestado por el uso de las tierras agrícolas de Ucrania para la producción de trasgnénicos, las autoridades de Kiev no han intervenido.
Ahora mismo los grandes poderes financieros globales se están apoderando de los recursos básicos de todo el mundo y se va creando el Neofeudalismo que ya controla al mundo del futuro cercano.