Ahora que han surgido una serie de rebeliones hacia el interior de las naciones islámicas de Africa y del Medio Oriente es interesante analizar que durante el siglo 20 todas las revoluciones producidas en el Islam provinieron del exterior, instigadas por los intereses de quiénes dominaban esa región del mundo. El siglo 20 ha sido el más prolífero de la historia, ya que surgieron nuevos procesos y fenómenos sociales que transformaron por completo la faz del Planeta.

En el siglo 20 se realizó la revolución técnico-científica más importante de la historia, ya que redundó en un mejoramiento de la vida doméstica y en una prolongación de la vida del ser humano; se realizaron las primeras experiencias reales del socialismo, la globalización de la cultura y de la economía, las guerras nucleares, la conquista del espacio, la liberación femenina, la pandemia del SIDA, las sociedades manipuladas por el ‘mass media’ y el triunfo final de los poderes hegemónicos globales.

En función de lo que ahora sucede en gran parte del Islam es preciso hablar de la historia del socialismo, ya que durante el siglo 20 tuvo una indudable influencia en toda la humanidad. La primera revolución socialista se realizó en Rusia en el año de 1917, cuando por primera vez en la historia de la civilización se logró movilizar la mejor parte de la conducta del ser humano, haciendo surgir sus cualidades morales que habían estado escondidas por siglos. Por primera vez se desbordó en el mundo la solidaridad, la fraternidad y la generosidad auténtica.

Este fenómeno social del siglo 20 generó las primeras luchas sindicales, buscando socializar la propiedad privada, también suscitó la reacción violenta del capitalismo, la aparición de naciones que buscaban tomar ese mismo sentido fraternalista, desencadenó la Guerra Fría entre los grandes bloques antagónicos del mundo, las ideologías derivadas del socialismo y se acuñaron términos comunes en la cultura popular como ‘explotación’, ‘lucha de clases’, ‘reparto de la riqueza’, ‘imperialismo’, etc.

No obstante, sólo unas cuantas decenas de años después de estos hechos reales, en el mundo actual no han surgido procesos sociales alternativos, sino el dominio agobiante del neoliberalismo y el poder hegemónico de un mundo militar bipolar formado por Estados Unidos en un extremo y la sociedad de China y Rusia en el otro polo. Obvio es decir que el discurso socialista de hace treinta años no ha logrado cambiar al mundo real. Continúa la lucha de clases, la riqueza y el poder se concentran cada vez en un menor número de personas y el imperialismo ha crecido brutalmente.

Una probable hipótesis que explica este fracaso palmario del socialismo podría ser que aún cuando los escenarios y los programas políticos cambiaron a fines del siglo 20, las estructuras del Estado permanecieron, por lo que vive sujeto a los nuevos poderes fácticos globales que son impuestos por el mito actual de que el mercado global no debe sujetarse a ninguna norma, ya que la libertad del flujo del capital debe estar por encima de la libertad humana.

Después de la Guerra Fría y de la formación efímera de un mundo unipolar encabezado por los Estados Unidos, aumentaron las cuotas de explotación de los trabajadores al irse colapsando los organismos sindicales, hasta alcanzar en el presente una situación de desamparo de la clase trabajadora similar a la que existía en el siglo 19. Las viejas formas de movilización en la lucha de clases se fueron criminalizando en los códigos de justicia y la lucha social sin violencia desapareció en los hechos.

Al surgir el nuevo dios mitológico del mercado libre se entronizó el tipo de democracia propalada por este mito creando una forma de gobierno supuestamente representativo en el que no pueden discutirse los problemas de justicia, ya que todos los problemas sociales se achacan a la praxis del gobierno en turno, a la corrupción que es impune en los funcionarios de gobierno y a la economía criminal que ha minado el poder del Estado y ha creado una especie de Estado en paralelo utilizando el dinero público que succiona de los causantes fiscales.

En la gran mayoría de los países occidentales la sociedad civil ya no considera que la injusticia y la libertad sean los temas fundamentales de su acción política, ya que el nuevo sistema del Estado democrático ha encontrado nuevas y sutiles formas de control de sus ciudadanos que van desde el bombardeo de los medios electrónico y la hipermedia sobre temas baladíes de sus líderes políticos, pasando por la pontificación del mundo del espectáculo en general, hasta el uso exhaustivo del ‘mass media’ para encomiar algunos deportes y en particular el futbol soccer y la nota roja que ahora incluye la exhibición de vísceras, sangre y por lo menos una buena ración de lágrimas.

En estos días de la denominada ‘rebelión islámica’ a lo largo de la mayor ruta petrolífera del mundo, cabe preguntarse si es un nuevo evento histórico que precede a una gran revolución de corte socialista en el Islam o es tan sólo una nueva versión de El Gatopardo que se transporta de Sicilia al Nuevo Gran Medio Oriente. Sólo que ahora el Príncipe de Salina dispone de toda la parafernalia del ‘mass media’ y de la hipermedia. Además de que puede patrocinar fiestas y espectáculos casi a diario que evitan el involucramiento de los ciudadanos en asuntos que son propiedad exclusiva de los dueños de los poderes fácticos.

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