China afronta ahora una nueva fase que está definiendo su futuro inmediato. De un país manufacturero e industrializado se está orientando a ser uno de servicios. Ya que Occidente había encontrado en China una forma de transferir sus industrias hacia otros sistemas fiscales para producir materiales baratos que fueran vendidos en mercados ricos. Es muy interesante conocer los aspectos claves donde está cambiando la economía china, cuáles son sus riesgos y debilidades, además de cómo se va amoldando su sistema político, liberal y autocrático a la vez a los intereses de una población cada vez menos pobre y más interesada en participar en la política. El hecho impresionante es que China ha pasado del mundo subdesarrollado a la vanguardia mundial en solo medio siglo.
La actual campaña presidencial de los Estados Unidos ha puesto a la vista de todo el mundo un viejo debate sobre la naturaleza de la economía globalizada. Ya que el sector que apoya a Trump lo hace ‘a priori’, basándose en la decadencia que ha sufrido en años recientes la clase trabajadora blanca que fue perjudicada principalmente por la retirada de fábricas estadounidenses en beneficio de China y de otros países asiáticos. De acuerdo a ese planteamiento parece ser que el hecho de evitar el pago de impuestos de grandes empresas globales al movilizarse hacia territorios con menos cargas fiscales, laborales, ecológicas y financieras será un elemento central en el futuro próximo inmediato de toda la economía global.
Aunque es cierto que la economía de China se ha beneficiado mucho por su capacidad para ofrecer un gran volumen de mano de obra barata a industrias multinacionales, este proceso ya es insostenible a mediano y largo plazo. La entrada de la OMC (Organización Mundial del Comercio) a los mercados internacionales en el 2001 permitió al régimen comunista acceder a los mercados internacionales y deslocalizar a numerosas industrias para liderar al sector manufacturero gracias a su privilegiada posición en el continente asiático y a su excelente cadena de intermediarios.
Al margen de los problemas que ha suscitado este fenómeno en la clase trabajadora de Europa y de Estados Unidos ha cambiado por completo a la sociedad china. Ya que ha permitido florecer a una clase media urbana cuyos salarios han crecido en forma notoria. Aun cuando no hay regulaciones laborales, los trabajadores chinos ya no son tan baratos. Lo que unido al descenso de los salarios de los trabajadores occidentales ha reducido mucho los beneficios que antes tenían las fábricas de Occidente cuando se desplazaban hacia Oriente. Según Ben Heineman Jr. del think tank The Atlantic. Al igual que el aumento de salarios de los países asiáticos que redondean un 46% de la producción manufacturera global existen otros elementos que explican el porqué del declive en la deslocalización de las plantas occidentales. Ellos son la automatización, ya que los trabajadores son cada vez menos necesarios. Del 20% de la fuerza laboral que trabajaba en el sector industrial en 1980 su cifra actual apenas llega al 9%.
Otra de las ventajas de integrar el proceso productivo ha sido la contratación externa de servicios que se otorgaban a otra empresa china. No obstante, se han dado cuenta de que les resulta más ventajoso tener un control total del proceso productivo. Desde la creación del objeto hasta la integración del sistema logístico en un mismo lugar físico o que sea cercano y accesible. A la suma de la reducción de la brecha salarial, la innovación tecnológico y la transformación del proceso productivo hay que añadir el alto costo mediático y social de trasladar a la empresa y a la progresiva adopción de regulaciones. Además del gran crecimiento del mercado asiático, China ya no produce para exportar sino para su mercado interno, en el que las multinacionales tienen una posición preeminente. De modo que el off shoring se acabó casi por completo.
Como la enorme máquina exportadora se está acabando ahora mismo, todos se preguntan que alternativas existen para seguir creciendo y liderando. Aquí entra en juego el proceso de inversión que han alentado las autoridades chinas durante la última década, como han sido el caso de la enorme burbuja inmobiliaria y el ingreso en tiempo récord a la investigación científica.
Dice la BBC que tan solo hace unos cuantos años, China estaba a la cola en la investigación científica mundial y ahora se ha puesto a la cabeza con proyectos tan impresionantes como el radiotelescopio más grande del mundo o las investigaciones genéticas capaces de devolver la vista a personas ciegas.
China desea cambiar y está consciente de que para seguir estando a la vanguardia en el mundo tiene que afrontar muchos problemas de toda índole, tal como sucedió el año pasado cuando los mercados chinos se vinieron abajo, se devaluó su moneda y hubo una creciente volatilidad financiera, registrando un mínimo histórico de 6.9 en su pib que ha sido el más bajo desde principios de los noventas.
La verdad es que el crecimiento de China se ha estancado en el último lustro, quizá por el giro de su economía que ahora está orientada hacia el consumo interno y a los bienes de consumo y servicios, mientras ha dejado el negocio de las exportaciones baratas hacia todo el mundo.
China está aún en segundo lugar mundial en términos de riqueza y su autocracia aún se sostiene dirigiendo su economía aunque se detecta que habrá un cambio inminente y desconocido en su forma de actuar.
Adenda: En el próximo artículo expondré las hipótesis que existen sobre el futuro político y económico de China y del mundo en general.