Es un concepto que está ganando terreno cada año. Este tema es ahora más actual que nunca. La ocupación del espacio público, los accidentes, el ruido y las emisiones de dióxido de carbono y la contaminación local son razones por las que quieren prohibir los coches de los centros urbanos. Hay ciudades como Bruselas, Barcelona o Pontevedra (España) que ya han excluido los coches de todo o de parte de su centro urbano.
París está reduciendo gradualmente el espacio que se da al automóvil mediante una urbanización de sus plazas para peatones y árboles, o dedicando carriles a autobuses y bicicletas. A finales del 2016, el coche ocupaba el 50% del espacio público, aunque representaba solo el 13% de los viajes urbanos.
Los negocios, los principales actores de la ciudad y sus flujos no pueden mantenerse alejados de estos graves cambios, ya que el trabajo es el papel central en la organización de la vida urbana y de la movilidad de las personas.
Por otro lado, las empresas no siempre lo saben, pero deben animar a sus empleados a evitar viajes urbanos y actuar profesionalmente mediante videoconferencias.