Según Alain Supiot, profesor del Colegio de Francia, el trabajo no puede, ni debe ser reducido a la fórmula histórica particular que ha adoptado en las sociedades industriales desde el siglo XIX, es decir, el empleo de tiempo completo, ya que esta fórmula no es más que un momento específico en la larga historia del trabajo.
Desde el año 2000, la duración de los contratos de trabajo ha disminuido. Entre el año 2000 y el 2014 el número de empleados con contratos de duración de menos de un mes o interinos aumentó en un 61%. Al mismo tiempo el número de ocupados pasó a formar parte de los activos de las empresas. Esto ha sido debido a que el auge digital no facilita las cosas al crear formas híbridas de autoempleo fuera de las normas comunes en los países occidentales. De esta forma el trabajo se reduce a un producto comercializado con ausencia de normatividades legales.
Construidas sobre una organización más ágil y como proyectos de ecosistemas abiertos estas nuevas empresas del mundo actual se caracterizan por la multiplicación del empleo asalariado manteniéndolo fuera de ellas. Según Bruno Teboul, miembro científico y profesor de datos de la Escuela Politécnica de Francia, el reto no es tanto para ampliar o reducir la legislación laboral que amplíe la protección de todos los activos y de las transiciones de empleo, por lo que no puede limitarse a una reforma de la legislación laboral. Según la socióloga Sandra Enlort del think tank Empresas y Personal ‘hay que repensar la intermediación a través de centros de empleo y de la plataforma de internet, así como reinventar formas de representación profesional’.
La idea del fin del trabajo asalariado está de moda. Según el ilustrador inglés Jacques Robin, pronto el trabajo se irá de la sociedad industrial actual y lo mismo piensan muchos analistas del mundo laboral del presente. En ‘El horror económico’, un ensayo de Viviane Forrester se denuncian los lugares más comunes en los que los gobiernos anuncian las medidas para combatir el desempleo. Son rituales en los que todos simulan creer de que solo se trata de un período de crisis y no de un cambio profundo en la vida de la sociedad humana donde habrá la eliminación del empleo, la extinción de la vida asalariada y la marginación de las grandes mayorías de clasemedieros y de pobres.
Robin Habla del desempleo creciente y afirma que la intensidad de los conflictos y los debates actuales destacan que el trabajo, en su acepción más común es cada día menos esencial en la sociedad. Mientras que Dominique Méda propone romper con la idea humanista del trabajo y el razonamiento humanista y productivista de que el trabajo es el centro de la vida humana. En todos estos autores, la idea central es que ‘el horror económico’ en el que viven decenas de millones de personas en los países capitalistas desarrollados se debe a que se sigue considerando al trabajo como un valor esencial cuando se sabe que se está acabando en todo el mundo actual.
El trabajo considerado como el motor fundamental de la civilización occidental ya no es más que una entidad desprovista de sustancia. Aunque en realidad se proclama el fin de una cosa cuya naturaleza es desconocida, ya que la polisemia (diversos significados) de la palabra trabajo siempre genera problemas. La necesidad del trabajo es la que ha gobernado la relación entre el hombre y la naturaleza, ya que nunca han existido medios de subsistencia sin esfuerzo para el ser humano.
Hace apenas dos siglos que el hombre pertenece a sociedades fundadas en el trabajo. Aunque las sociedades esclavistas o feudales hicieron su valor esencial del desprecio por el trabajo, eso no impidió que el trabajo fuera el fundamento de la vida social. Ni los ciudadanos libres de Atenas, ni los patricios romanos, ni los caballeros medievales construían los monumentos que los inmortalizaron, sino que fueron el producto del trabajo de millones de esclavos. O sea que el trabajo ha sido una categoría ‘eterna’ y no una invención reciente.
Al igual que el hombre primitivo, el ser humano actual está obligado a medirse con la naturaleza para poder satisfacer sus necesidades, además de conservar y reproducir su vida. Algo que ha existido en todas las formas de sociedad y bajo todos los tipos de producción. Desde una visión ética puede considerarse que existen necesidades artificiales y naturales, pero nadie puede decir donde terminan las naturales y comienzan las artificiales. Por lo que el ser humano nunca podrá prescindir de la actividad que le permita sobrevivir, conservarse y prevalecer.
Aunque la estructura de la sociedad digital actual va eliminando al trabajador asalariado mediante el uso de nuevas tecnologías, el trabajo fundamental para que el ser humano pueda sobrevivir nunca desaparecerá. Solo irá tomando las formas que le imponga el desarrollo de las nuevas ciencias, pero se irán eliminando todas las formas de dominio sobre las clases de menores ingresos que todavía existen en todo el mundo y de alguna forma habrá una sociedad más libre, aunque pasarán muchos años para que los dueños de las riquezas lleguen a pensar que existe la posibilidad de un mínimo grado de igualdad entre todos los seres humanos para su propia conveniencia.
Adenda: Es muy probable que el orden financiero mundial llegue a aceptar este mismo año al ‘renminbi’, la moneda china para uso internacional y es muy posible que eso permita controlar un poco al Banco Central de los Estados Unidos que hasta ahora determina en gran parte la circulación de los grandes capitales mundiales y la creación de nuevos ejes de producción industrial donde sobrevivirá el trabajador asalariado, pero es obvio que el trabajo asalariado declinará en todo el Mundo Occidental, con exepción quizá de México y de Latinoamérica. Pero el trabajo asalariado y sus formas de esclavitud persistirán en Africa y en las naciones pobres de Asia.