El 6 de enero de 2021, los descendientes de los supremacistas blancos estadounidenses del siglo XIX atacaron el Capitolio, vandalizaron la Casa del Pueblo y exigieron la cabeza del vicepresidente Mike Pence, llevaron una bandera confederada al Capitolio vestidos con camisetas antisemitas. Querían anular el voto de 81 y Biden y a Kamala Harris en una elección libre y justa.
En este acto de supremacismo blanco celebraban su privilegio histórico de cometer violencia de forma impune. Se sintieron impulsados a actuar contra Barak Obama y querían a Trump en el cargo de por vida. Pero 74 millones de estadounidenses votaron por Trump, el segundo mayor número de votos populares en la historia nacional. Los votantes querían reelegir a un hombre acusado de violación o agresión sexual por decenas de mujeres, que utilizó el cargo para enriquecerse, que elogia a los supremacistas blancos, fascistas y neonazis. Además de menospreciar a inmigrantes que buscaban refugio, separando cruelmente a los niños de los padres.