El psicólogo de Harvard Henry A. Murray, fundador de la sociedad psicoanalitica de Boston, ha dicho que en cierto modo cada uno de nosotros se parece a los demás, en otro modo a alguien más, y en otra manera a nadie más. Lo que es importante de este acertijo, es que los individuos se identifican más con sus grupos y etnias que con las personas de otras naciones del mundo. El profesor de Harvard manifiesta que el constructo psicológico que nos caracteriza como individuos es producto de la necesidad y la presión. Si permutamos el concepto de presión por el de estrés (en el sentido como lo definió mi maestro de la universidad de Montreal Hans Selye, es decir “Respuesta no específica del cuerpo frente a cualquier presión-demanda”), tendríamos las dos fuerzas que influyen de manera definitiva en las reglas epigenéticas que modelan nuestros genes. Estas reglas son la base fundacional de nuestros genes culturales, ese prisma que modifica nuestra forma de percibir a los demás. De esta manera nuestro sello individual se vuelve una aportación específica a la cambiante cultura en que vivimos, adaptando y/o rechazando sus códigos y normas.
El concepto de unicidad del individuo o del grupo, es hasta cierto punto un movimiento religioso-filosófico que deriva de la cosmología que originó el Teosofismo que se considera provinene de una inspiración de lo divino, producto del “desarrollo espiritual” ligado a sectas espiritistas que están presentes desde el siglo XII hasta finales del siglo XVIII, como los Masones, los Cátaros, los Illuminati y los Rosacruces. Este movimiento agrupa religiones diversas como la Judaica, Cristiana, Budista e Hinduista que profesan el conocimiento de lo divino a través del autodesarrollo (self improvement) pero siempre inspiradas en que su líder ha sido tocado por el dedo de Dios para dirigir al género humano.
El espíritu emprendedor capitalista, derivado de la ética puritana, que se extiende a las sociedades democráticas, se ha transformado en el espíritu conquistador de las sociedades de mercado, de hecho estas últimas y sus individuos como ha sido mencionado por muchos psicólogos (Jacques Lacan), utilizan metáforas bélicas, como “atacar el nicho”, “guerra de precios” o “apoderarse de la plaza”, sin embargo, cada una de estas sociedades democráticas y / o de mercado mantiene una secreta idiosincrasia que por ser políticamente incorrecta con frequencia no se externaliza. Estas sociedades y sus individuos más que parecerse a las demás se asumen excepcionales.
Este excepcionalismo está en el centro medular de la nación estadounidense y sus individuos. Sus origenes derivan de dos vertientes: la primera de los Padres Fundadores de Norteamérica (WASP’S) y de su acendrado celo religioso que se ha definido con una frase: “cada predicador protestante con su biblia debajo del brazo se cree un Papa”. La segunda, originada por “23 almas” que habían escapado de las persecuciones antisemitas del gobernador de Brasil Joao Rodrígues de Vasconcelos, Conde de Castelo Melhor. Esta pequena diáspora judía después de haber sido secuestrados en el Caribe por piratas, fueron liberados por un capitán francés y se asentaron en la Nueva Amsterdam (Nueva York) el 6 de Septiembre de 1654 para quedar bajo el gobierno de los holandeses, que con gran reticiencia los aceptaron por considerarlos “repugnantes” (ver Tribuna Judía). Trescientos cincuenta y ocho años después, llegarían a ser (con las futuras migraciones) 6.5 millones (2.5 % del total de la poblacion Estadounidense) los duenos de casi el 30% del PIB de la esa nación, incluyendo el 43% de Wall Street (poder cultural duro) y el 75% de Hollywood (poder cultural blando) Estos forjadores del poderío estadounidense se consideraron como sus antecesores, “El pueblo escogido de Dios” y por ende excepcionales.
Desde el principio de la Guerra Fría (mayo 1949), coincidiendo casi en tiempo con el nacimiento del estado de Israel, este representó un factor decisivo en la política del Medio Oriente, para contener el avance soviético. Se estableció desde entonces un sincretismo en los intereses de inteligencia y tecnología de ambas naciones, jugando un papel importantisimo entre todas las relaciones internacionales de Estados Unidos, como lo demostró la gira de Mitt Romney a Israel antes de ser elegido candidato Presidencial por el partido Republicano. Israel es el país más beneficiado por parte de los Estados Unidos, en cuanto a ayuda económica se refiere; con tres mil millones de dólares por año, para 7 millones de habitantes. Ese sincretismo tiene origenes históricos y culturales semejantes en ese concepto de excepcionalismo (Stephen A Sadow 1997).
La influenza cultural mediante el poder suave de la cultura (Hollywood, Microsoft, Apple, Google, Facebook), o el poder duro ( Pentagono y Wall Street) ha sido pieza clave para la conquista de mercados por los norteamericanos, apalancada en su poderío bélico, pero siempre infiltrándose liminal y subliminalmente (a traves de la mercadotecnia) en la mente colectiva de las que orbitan como naciones perifericas del imperio, cuyos amos cobijados por ese excepcionalísimo, (judíos y los yanquis norteamericanos) son los “rule givers” que pontifican sobre “los rule takers” utilizando las “nuevas legiones” de los organismos de control internacional (World Bank, IMF etc.). El excepcionalismo ha sido recientemente combatido por movimientos ciudadanos, en las calles de Nueva York (Wall Street Occupy) Madrid (Indignados) Mexico (Yo soy #132) y Beijing (Revolución Jazmín) por mencionar solo algunos sitios. Estos ciudadanos se sienten excluidos de los beneficios del progreso en sus paises y han visto sus derechos (para utilizar la frase de Robert Nozick) “side constraints”, es decir obstaculizados por agentes externos que les impiden un desarrollo pleno.
El origen de los Yankees se pierde en la bruma de la historia, pues aun cuando la canción “Yankee Doodle” fue el canto de guerra de George Washington en las batallas de Concord y Lexington, esta canción ya se cantaba en Inglaterra en la época de Carlos I, con cierta sorna para denigrar a los revoltosos puritanos (de los cuales descienden los Yankees) comandados por Oliver Cromwell.
El Destino Manifiesto surgido de ese excepcionalismo como política estadounidiense, pretende dar a entender al mundo que Dios los eligió para ser una potencia política y económica por encima de todas las naciones y no es muy diferente en su contenido político excluyente, al concepto perverso de los suprematistas arios o del Ku Klux Klan, asignándoles posiciones externas, a todos los otros grupos y razas que por considerarlos “inferiores” deberán orbitar en los circulos perifericos distantes, privándolos de los sublimes conceptos de igualdad y dignidad. Su arquitecto James K. Pollok fue quien impulsó la devastadora e injusta guerra contra México(1846-48), en la cual nuestro país perdió más de la mitad de su territorio.
Henry Lehman, John D. Rockefeller, J.P. Morgan, Harry S. Truman, Henry Kissinger, Robert Rubin, Dick Cheney, Bill Gates, Allan Greenspan, Larrwrence Summers y Hilary Rothman Clinton son algunos ejemplos emblemáticos de individuos, que se sienten cobijados por el demiurgo fantasmal de la excepcionalidad y se creen llamados a cumplir con un destino único, singular y superior, justificando el uso de su poder al llamado que la “divina providencia” les ha hecho como Yankees y o Judios.
Diferentes grados de apercibimiento, conllevan diferentes tipos de guías -blue prints- en las conductas presentes que estarán incluidas en los planteamientos de conductas ulteriores. Nuestro cerebro utiliza continuamente representaciones que provienen de infrormación tanto liminal como subliminal (inconciente) , producto de un “zooming in” que es proporcionado por la atención, la cual regula el contenido de las “fuentes” de información a través de manejar el tiempo y procesamiento de las mismas, para proceder posteriormente a su archivamiento. Si el individuo es influido continuamente por mensajes que denigran al “otro”, o a lo que no le es comun a él o su grupo, su cerebro adquiere un sesgo para lo que es extrano o externo; a ese condicionamiento frequentemente subliminal implícito, o inconciente, lo llamamos de diferentes maneras: complejo, discriminación, exclusión, marginación, etc. Pero lo más importante de este proceso es que el archivo de estas conductas a la postre produce “cognitive bias” (sesgo cognitivo) cuya más clara expresión son los prejuicios, que saltan a la vista en circunstancias especiales como cuando se esta bajo presión. El neuropsicólogo Daniel Kahneman ha llamado “cognitive heuristics” (heuristica cognitiva) a las últimas impresiones que registra nuestro cerebro, las cuales están más a la mano para ser incluidas en el procesamiento de nuestros juicios actuales, que aquellas que ocurrieron hace mas tiempo.
Si el polícia caucásico de Boston que vio al profesor afro-americano queriendo entrar por la puerta trasera de su propia casa, hubiera sido negro y el professor blanco, es muy probable que con cierta cortesía se le hubiera acercado para preguntarle si podía ayudarlo. Desafortunadamente hemos sido culturalmente adoctrinados para considerar lo oscuro como tenebroso y lo blanco como luminosos, lo que está a la izquierda como siniestro y torcido y lo que está a la derecha como recto “streigth”. Estas y muchas de las representaciones mentales a las que ha sido bombardeado nuestro cerebro desde la infancia, nos hacen proclives a la exclusión del otro, particularmente si no se parece a nosotros. En paralelo cuando esto se vuelve doctrina de grupo religioso (talibanes) o político (nazis), se les imbuye a quienes comparten estos segos cognitivos, de un sentimiento de excepcionalidad.
Es aquí donde el concepto de dignidad considerado el más sublime de todos los derechos humanos (Frances M.Lappe Eco-minded) debe inculcuarse como pieza clave en la instrucción preescolar, desafortunadamente sólo es reconocida como tal, por la constitución alemana entre todas las constituciones del mundo. Las implicaciones de reconocerla como derecho inaleanable, intransferible e irreductible son fundamentales para combatir el perverso concepto del excepcionalismo que es la antípoda de la igualdad y por enede de la dignidad. Esta última está vinculada con cuestiones de responsabilidad individual, justicia social y democracia participativa. Los modernos estudios utilizando la Resonancia Funcional (fMRI) como herramienta para entender las conductas afectivas y cognitivas, particularmente como lo ha demostrado la Profesora de Harvard Mahzarin Benaji, han demostrado que los pensamientos y sentimientos humanos que se desarrollan en cualquier contexto social, principalmente aquellos que operan en sistemas mentales de modo implícito o inconsciente, son muchas veces los responsables (desde la infancia) de cultivar esos sentimientos de excepcionalismo de grupo y discriminación para el otro, los cuales están en constante violación de la dignidad de los demás.
Es interesante mencionar que dos mujeres comprometidas como F.M. Lappe y M. Benaji han mencionado repetidamente la necesidad de hacer un llamado a la acción, para pasar, como dice Lappe, de la “Thin democracy” a la “Lively Democracy”, o como lo ha postulado la profesora Benaji “exponer y ventilar abiertamente en las sociedades democraticas la naturaleza de los prejuicios… particularmente los inconscientes”. La ambiguedad de querer participar en la apertura de sus mercados y la cerrazón de sus sociedades y partidos políticos, en las “Thin Democracies”, como México o en las naciones autocráticas con capitalismo de Estado como China, ha retrazado que se expongan al intemperie dichos prejuicios, que como el fenotipo cobrizo de nuestro pueblo mestizo que sigue manejándose por la clase dominante de nuestro país, con desdén en el mejor de los casos, o en forma peyorativa en el peor, afectando la dignidad de los que no tienen poder con epítomes indignos como Naco y Jodido (las telenovelas según Azcárraga Milmo son el entretenimiento del Jodido).
La Revolucion Francesa representó el paso de la sociedad estamental (heredera del feudalismo) a la sociedad capitalista (basada en el mercado) exhibiendo el excepcionalismo de los aristócratas, primero, y de los burgeses después; nuestro parteaguas histórico iniciado con la popularización del internet y la hipermedia en general (Twitter, Facebook etc), a principios de milenio nos debe alertar para erradicar el cáncer del excepcionalismo y los nacionalismos transnochados e iniciar una nueva era donde la dignidad figure como el nuevo evangelio de nuestras imperfectas democracias y el excepcionalismo como la herencia indigna de sociedades que quisieron, a traves del poder, desterrar la igualdad de sus sociedades, enterrando al mismo tiempo el poderoso concepto de la dignidad.
El excepcionalismo en México tiene otro origen que pudiera resumirse en lo que por vez primera el escritor Chileno Alejandro Lipschutz (El Problema Racial en la Conquista de América) denominó Pigmentocracia para explicar lo que la colonización española dejó establecida en latinoamérica como castas, una estratificación de los individuos fundamentada en el color de la piel que abría y cerraba puertas en la estructura socio-economica de las gentes que habitaban las tierras conquistadas. Esto fue definido por el médico fisiólogo chileno “Espectro de los colores raciales… (ubicándose) arriba el que se vanagloria de ser blanco, de sangre española; abajo el que es indio y entre ellos el mestizo”. Este termino usado como herramienta de poder para someter a su dominio al que considera que no es semejante porque no se parece a él, fue producto de un análisis socio-histórico en el que el medico chileno observó una clara relación entre el fenotipo de las personas y los prejucios que se generan hacia ellas. Esta pigmentocracia devino en el mantenimiento de un status quo durante la colonia hasta nuestros días, en donde el pigmento epidérmico entre más oscuro era, mayormente se erguía como dique que obstaculizaba la movilidad social, justificando así la explotación del indio y el mestizo por una elite que al considerarse como clase dominante exigia tratos y hasta leyes especiales para impeder hibridaciones.
La expresión más violenta e indigna de la pigmentocracia se reveló en el Siglo XX con el nazismo alemán y el apartheid suraficano. Por fortuna para nuestras sociedades del mundo actual la “fundacionalidad ideológica y práctica” ha sido desmantelada, sin embargo, los prejuicios de esta nefasta discriminación contra aquellos fenotipos que se apartan del blanco perisisten hasta nuestros días, como lo revela la forma ofensiva como unas señoras (las ladies de Polanco) en el Distrito Federal, le espetaron a un polícia de tránsito “piche Indio” cuando esta modesta autoridad intentó levantarle a la conductora del vehículo una infracción por aliento alcohólico .
Agustin Basave Benítez habla de las jerarquías sociales del México rico y criollo y del mestizo pobre, en particular yo he mencionado en varios articulos que los Mexicanos (Fundacion Sesgo “El Mexicano y la máscara”), somos en una inmensa mayoria discriminadores esbozados, y entre mas alto se sitúan estas personas en la piramide social con más frecuencia atentan contra la dignidad de aquellos que injustificadamente no consideran sus pares. Molina Enríquez hace énfasis que en el fondo de la imperdonable inequidad que campea en el país (78 lugar a nivel mundial) la pigmentocracia y la “inequidad son causa y efecto de los mas destructivos, nefastos y estúpidos prejuicios” que han sido el grillete determinante para mantener sojuzgada a la poblacion indígena con los más bajos índices de educación, salud y empleo.
Es por eso que debemos emprender un activismo civil para elevar al rango de derecho humano a la dignidad e imponerle a todo aquel individuo que exprese o trate a sus semejantes con desprecio, o que insulte o degrade a otra persona una sanción más allá de la simple transgresión de una norma de conducta. Es decir, hacer punible lo que se conoce en deontología afectar a la dignidad personal, que es sólo considerado moralmente inaceptable; para transitar de la violación de una norma o código de ética a la violación de un derecho que deberá quedar asentado en nuestra constitución. Sólo asi podremos como sociedad salvaguardar a la dignidad como un nuevo concepto legal que deberá acercarnos más, a ese noble ideal de igualdad que aportó a las sociedades del mundo la Revolución Francesa. Sólo así podremos elevar el sublime concepto de fraternidad universal a regla invariante de la convivencia humana, sólo así podremos verdaderamente sentirnos en libertad cuando caminamos por la accidentada ruta de la democracia participativa, que a la fecha pareciera concluir en las urnas. En nuestro país la igualdad ha sido una ficción de la política, retórica de carrizo, o una más de esas múltiples promesas no cumplidas de muchos de los politicos de “oficio” cuyo único trabajo ha sido medrar, amparándose en el “fuero” del excepcionalismo.
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