El espionaje de Estado

Al momento de la constitución de cualquier forma de Estado o de régimen político ha surgido la necesidad de obtener información para penetrar en los secretos del enemigo o del posible aliado. Es un hecho inevitable ligado al ejercicio del poder que ha estado presente desde el inicio de la Historia. Aparece desde los primeros archivos grabados en tablillas de arcilla de la antigua Mesopotamia, donde hablan tanto de los tratados comerciales con otros reinos como de las fortalezas militares de tribus enemigas.

No obstante, en la historia escrita la primer referencia al espionaje proviene de un general chino llamado Sun Tzu que vivió hace 2500 años y escribió un libro llamado ‘El arte de la guerra’, donde señala que el verdadero arte bélico no consiste en destruir al enemigo mediante la violencia, sino de vencerlo sin tener que luchar, mediante un proceso de investigación profunda de las debilidades del enemigo. Sun Tzu considera que la información sobre el enemigo no puede obtenerse de seres fantásticos, de espíritus errantes, mediante analogías o a través de cálculos, sino que se requiere de un sistema de espionaje con cinco diferentes tipos de espías: el espía nativo, el interno, el doble agente, el agente liquidable y el espía flotante. Cuando los cinco niveles funcionan es cuando nadie conoce sus paraderos y solo el gobernante organiza y controla toda la investigación.

El término de espionaje secreto que ahora se denomina ‘inteligencia’ fue creado hasta el siglo 16, por el gran escritor y político Nicolás Maquiavelo, quien se dedicó a escribir sus memorias de consejero del príncipe de Florencia cuando llegaron los Medici al poder y lo defenestraron. En sus escritos Maquiavelo da recomendaciones al Príncipe para colocar espías en los principales caminos que conducían a Florencia. Ellos montaban veloces caballos con puestos de relevo para informar – solo al Príncipe – las acciones de sus enemigos.

Aunque el término de ‘espionaje’ aparece hasta el siglo 16, existen infinidad de referencias y documentos que describen estas acciones secretas de los gobiernos más antiguos de la civilización humana. En el Antiguo Testamento de la biblia cristiana existe el capítulo del espionaje de los filisteos sobre Canaán, de donde se podría concluir que la primer agente secreta de la protohistoria fué Dalila, la mujer de Sansón.

Ya ubicados en el presente se observa que la mayoría de las acciones espectaculares de la ‘inteligencia’, como el evento de las Torres Gemelas en Nueva York o el asesinato con ‘drones’ de Osama bin Laden en Pakistán han sido el corolario del trabajo de archivistas y navegadores de ‘internet’ cuya personalidad difiere mucho de la de los protagonistas de ‘misiones imposibles’ representados en el medio cinematográfico.

En la actualidad se puede considerar que el ‘secreto de Estado’ es un límite arbitrario al principio general de difusión de todas las acciones del poder público. Responde a la necesidad de excluir de la información pública temas determinados que corresponden a la seguridad del Estado. Es un límite al derecho básico a recibir y comunicar información que afecte a los ciudadanos, a los comunicadores profesionales y a determinados empleados públicos. Puede concluirse que dentro de los parámetros del Estado democrático el secreto no es una regla general sino una excepción.

No obstante, es necesario precisar que cuando se invoca la ‘seguridad nacional’, ésta debe referirse al ámbito militar y a las amenazas que provienen del exterior. No puede aplicarse a todo como ahora sucede con las principales potencias mundiales. Y de ninguna manera puede haber una regulación constitucional que permita al Gobierno calificar cualquier asunto público como reservado o secreto.

Ningún gobierno que se considere democrático o de la ‘sociedad abierta’ que mencionaba Popper, puede escudarse en la defensa de su seguridad nacional y en los documentos ‘secretos’ para justificar el espionaje contra los Estados soberanos. En el presente esa situación no se critica a China y a Rusia, ya que ambas naciones aceptan sin reservas ser dictaduras militares y no presentan los cínicos argumento del presidente Obama al decir con relación a las acusaciones de espionaje a Brasil y a la Unión Europea ‘Creo que deberíamos dejar claro que todos los servicios de inteligencia, no solo de nosotros, tienen la tarea fundamental de comprender mejor al mundo y ya está sucediendo en las grandes capitales del mundo a partir de fuentes que no están disponibles en el New York Times o en el NBC News.’

La sociedad humana del presente vive un momento complejo en la búsqueda de nuevos paradigmas domésticos, mientras van desapareciendo las guerras masivas y cruentas del pasado siglo para ser sustituidas por las guerras virtuales creadas por el espionaje internacional, donde casi no hay soldados, muy pocos muertos y nada de contaminación en el Planeta. Una posible solución a estas nuevas guerras virtuales del espionaje podría ser la creación de una agencia trasnacional que regulase las actividades inevitables de la ‘inteligencia’ de las grandes naciones.

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