Hace unos días, el joven economista francés Thomas Picketty rechazó el más alto premio de ‘La Legión de Honor’ que otorga el Gobierno de Francia a sus pensadores más distinguidos debido al brillante análisis del capitalismo que realizara en su libro titulado ‘El Capital en el Siglo XXI’. La enorme repercusión de este minucioso análisis del comportamiento del capital que se inicia en 1700 fue admitido y aclamado en Washington por los dos Premios Nobeles en Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz. No obstante, Picketty declaró ante la AFP: ‘Rechazo esta nominación, ya que no creo que sea papel del Gobierno decidir quién es honorable, más valdría que se dedicaran a la recuperación del crecimiento en Francia y en Europa’
Aun cuando Picketty estuvo durante un tiempo cercano al Partido Socialista criticaba en forma regular la política del Presidente Holland, entre otras cosas por haber enterrado una reforma fiscal de progresividad en los impuestos. Según Picketty nadie le avisó de esa nominación, sino les habría disuadido a hacerlo, por lo que se concretó a no asistir a la ceremonia en la que se entregó esta distinción, tal y como lo hicieron la científica Marie Curie, la bella actriz Briggitte Bardot y los escritores Albert Camus y Jean Paul Sartre, entre otros más.
El libro de Picketty sostiene que el crecimiento no corrige de forma natural las desigualdades, ya que la acumulación del capital crece a un ritmo mayor al de la expansión de la economía, por lo que los ricos se vuelven cada vez más ricos. Lo que significa una amenaza potencial para las sociedades democráticas y para los valores de justicia social sobre los cuáles están fundadas. Por lo que plantea el impuesto progresivo como el remedio fundamental para evitar ese riesgo que puede destruir a todo el mundo de Occidente.
Lo que no está previsto en el universo de Picketty es que el capitalismo también se puede generar en regiones del mundo donde no se conozcan las prácticas democráticas y los principios de igualdad entre los seres humanos, sino que existen procesos históricos y tendencias actuales a ser gobiernos dictatoriales, policiales o monárquicos, como son los casos de China, la India y Rusia que han creado un nuevo universo global que se va extendiendo por todo el mundo, ajenos a todo género de consciencia moral o de ética política que logre coincidir con la cultura colectiva de Occidente. De modo que las alianzas entre naciones van desapareciendo y se va creando una nueva sociedad global donde las relaciones políticas entre las naciones se realizan tangencialmente a través de sus empresas transnacionales, tanto en el campo de la producción de bienes y servicios, como en el de las instituciones financieras, de la comunicación electrónica y del mundo digital.
Resulta muy enigmático tratar de entender las razones por las cuáles el dominio y las sociedades de las naciones más débiles se lograba siempre a través de las guerras que eran aprobadas por organismos internacionales, pero siempre fueron los mecanismos para resolver las diferencias entre grupos de seres humanos que no tenían capacidad para actuar en la forma política. En ocasiones por problemas étnicos, mitológicos, de cultura colectiva o de simples conductas negativas que son inherentes a la condición humana, como la violencia, la venganza, la maldad, la frivolidad, la megalomanía y el individualismo. Pero es un hecho, también muy difícil de entender porque las guerras ya no son el principal mecanismo de control del mundo.
Se puede observar, que con la excepción de Rusia, todas las naciones de cierto nivel de poder económico y bélico huyen de todos los enfrentamientos y tratan de buscar una solución pacífica a sus conflictos y a sus necesidades alimentarias y energéticas. Con la excepción de Israel, de Siria, de Turquía y de Palestina en el Medio Oriente, nadie critica el retiro de las tropas estadounidenses y de sus aliados europeos y parecen no estar enterados de que los dos mayores yacimientos de energéticos en el mundo a base de hidrocarburos – el de Arabia Saudita y el de Irak – están siendo controlados por empresas petrolíferas de gran prestigio mundial de Occidente asociadas con las principales empresas chinas de energéticos.
No hay duda que la razón fundamental por la que los norteamericanos están abandonando el fructífero negocio de la guerra – aunque solo lo fue para las familias de los ´halcones’ – ya que el Tesoro de los Estados Unidos quedó en bancarrota y Wall Street tomó el control total de las finanzas del Estado dejando la economía productiva a chinos e hindúes y conservando el mundo del capital especulativo para los ricos norteamericanos que siguen con la idea de no pagar impuestos a su País y conservar sus fortunas ‘ad aeternum’.
Aunque este nuevo balance de fuerzas globales señala un futuro más promisorio para la humanidad y las potencias en discordia no cuentan con elementos para deteriorar el nuevo universo capitalista, no hay duda de que la demografía de las naciones precarias continuará en aumento y que las posibilidades de estallidos sociales en las naciones subdesarrolladas seguirán en aumento.
Adenda: Es probable que se llegue a un nuevo orden mundial que alcance a la mayoría de los países, pero es totalmente imposible que se establezca un orden mundial capitalista donde los ricos y los pobres tengan las mismas posibilidades de éxito. El escarnio total de las ideas de Karl Marx, lo hizo un simpático republicano quien pensaba que el ‘marxismo’ era una idea de Groucho Marx.