Son numerosos los factores que han influido para ocasionar la decadencia del modelo de democracia republicana federativa que se empezó a instaurar en Europa y luego en América desde fines del siglo XVIII. Aunque el Imperio Francés fue el verdadero diseñador de ese modelo político donde se creaban funcionarios públicos que supuestamente representaban los intereses de todos los sectores de la población y habían sido electos con un procedimiento democrático, la cultura colectiva lo ha convertido en una especie de modelo político que nadie intenta cuestionar.
No puede negarse que dicho modelo político, ideado por los grandes pensadores de la aristocracia francesa del siglo XVIII tenía un alto contenido de conciencia moral y de libertad de pensamiento para los seres humanos, pero en esencia era un mecanismo que permitía hacer lo que deseaba al monarca en turno, sin tener que preocuparse por el control de las clases populares y por las facciones que no estaban de acuerdo con su conducta. De hecho, el entonces monarca francés, Napoleón I, fue quien fundó ese original modelo donde el pueblo contaba con poder político que a su vez se otorgaba a sus representantes.
De manera totalmente aleatoria, dicho modelo político se instauró en los Estados Unidos antes que en Francia, ya que su alta aristocracia generó una alianza con las fuerzas políticas liberadoras de los Estados Unidos que pretendían quitarse el yugo de la Gran Bretaña y estaban encabezadas por grandes políticos como Washington, Franklin, Emerson y Manning. Aunque el toque final lo dio el presidente Abraham Lincoln al declarar por primera vez en la historia del mundo la abolición de la esclavitud.
En ese período de la historia, México poseía gran parte del territorio del país vecino que era controlado por los ingleses, de modo que sus dirigentes políticos que pertenecían a la aristocracia eclesial española visualizaron en ese movimiento político una gran oportunidad para liberarse del dominio que Francia había establecido en España apoyando el movimiento liberador de los Estados Unidos. Por lo que el movimiento de independencia que encabezó el cura Hidalgo estaba dirigido a la liberación de España del monarca que les había impuesto Napoleón I y no a liberar a México de España, como lo atestiguan los documentos que aún existen en la Universidad Pan Am en Edimburg, Texas.
No hay duda de que el sistema político impulsado por los grandes liberales francmasónicos de los Estados Unidos tuvo un éxito rotundo y durante más de doscientos cincuenta años propiciaron el desarrollo del imperio más poderoso del mundo creando una magnífica y numerosa clase media que benefició a muchas familias norteamericanas. Y de paso sirvió para que surgiera un clase media en México que fue sustentada con las grandes inversiones industriales, turísticas y de servicios que los estadounidenses instalaron a partir de los años sesentas y de las cuáles nuestra generación (1940 – 1950) fue la más favorecida, ya que a pesar de la pobreza general del País logró llegar a la Universidad e instalarse en el nivel de una clase media con ingresos superiores a los del promedio de su población.
El sistema político mexicano que todavía pretende operar en México fue creado por Lázaro Cárdenas al integrar a las numerosas etnias indígenas mediante un proceso de alfabetización en el que se emplearon a maestros procedentes de las más diversas etnias, quiénes enseñaron en lengua española los principios fundamentales de la educación primaria que entonces existía en el mundo occidental a una gran cantidad de aborígenes que reconocieron de manera total al modelo político unipartidista implantado por Cárdenas y dio origen a una nación con una personalidad propia y con una singular vocación por su cultura popular y sus artes manuales que procedían de sus ancestros olmecas, teotihuacanos, mayas y de otras etnias más recientes como los purépechas, los toltecas y los aztecas.
Como resultado del nuevo sistema político, los herederos de los líderes revolucionarios empezaron a tomar el control político y económico del País desde la generación de los setentas, creando un sistema de canonjías especiales para dichos mexicanos de élite, quiénes no solamente heredaban los puestos públicos, sino que fueron apropiándose de todos los territorios, recursos naturales y servicios públicos que pertenecían al País, además de que la ideología y la cultura norteamericana fue divulgada en las mentes de toda esa generación, cuyo clímax ocurrió hacia fines de los ochentas, cuando Washington se auto ungió como la máxima potencia económica y bélica del mundo. Situación que ahora mismo parece haber llegado a su fin.
Ahora mismo, no solo México, sino todo el mundo occidental enfrenta una situación sin precedentes, en la que las élites de super millonarios que controlan el poder político y el económico han entrado en crisis debido a dos hechos fundamentales: el dinero que imprimen y hacen circular por el mundo comercial globalizado ha superado las demandas de compras en casi todas las sociedades del mundo, por lo que todo ese dinero ha ido a parar a los paraísos fiscales o a la economía criminal. Mientras va surgiendo un nuevo orden mundial, no solo en lo financiero, en lo monetario y en lo mass mediático, sino en otros aspectos básicos como el social, el educativo, el económico, el religioso y el cultural.
Adenda: Una crisis similar a la que ahora parece que colapsará a México, ocurre en Estados Unidos, en Francia, en Inglaterra, en Alemania, en Holanda y en Japón. Mientras que se recrudece el padecimiento de las clases populares en Italia, España, Irlanda, Escocia y Grecia que huyen hacia fuera de las naciones pobres de Europa Oriental y de la mayoría de los territorios de Africa que han sido ocupados por empresas transnacionales productoras de transgénicos y han despojado a sus aborígenes de sus únicos medios de sobrevivencia.