Transitar de París a Roma es equivalente a viajar del primero al tercer mundo. Mientras que la ciudad de París cuenta con un sistema turístico muy avanzado y el mantenimiento de sus calles, estacionamientos, edificios y monumentos permite disfrutarlos a la perfección, en Roma ocurre lo contrario, ya que el caos citadino es enorme, no existe mantenimiento de calles, ni de edificios públicos, con excepción de los que están ocupados por los gobernantes en turno y el tránsito de los peatones es confuso y enigmático.
Pero lo más dramático en Roma es la desilusión de sus residentes, quiénes consideran que han sido víctimas de una especie de complot internacional mediante el cual han sido despojados de sus viejos derechos fundamentales y ya no tienen salvación ni futuro. Creen en su mayoría que la comunidad europea les ha perjudicado, y las vidas de las generaciones próximas serán aún más negativas que ahora.
Como han estado inmersos en una serie de gobiernos corruptos e ineficientes desde hace muchos años, no logran entender que el origen de sus problemas no son las instituciones de la Unión Europea, ni la generalización en el uso del euro sino su tendencia a vivir fuera de la realidad y a un nivel superior a las demás naciones. Por fortuna para los italianos y para los turistas de todo el mundo, la riqueza cultural, plástica y arquitectónica de toda Italia es enorme y todavía podrá subsistir durante muchos años más con la derrama del flujo turístico que sigue siendo después de Estados Unidos y de Francia una de las mayores del mundo.
Pero nuestro viaje a Italia no estaba dirigido a Roma, sino a Florencia, la joya más hermosa del Renacimiento en todo el mundo y donde se iniciaron los primeros intentos por ilustrar la figura humana en tercera dimensión desde principios del siglo 15, cuando el joven Masaccio creó la primera visión bíblica de Adán y Eva huyendo del Paraíso llorando y con los pies en la tierra. Este increíble mural está en la Capilla Brancacci ubicada a un lado del altar principal de Santa María Carmine, justo en el lado norte del río Arno. Además de la maravilla de aterrizar la figura del ser humano por primera vez en la historia, también surgieron las emociones y los espacios de un universo que se podía observar en diferentes planos y a diferentes distancias.
Lo enigmático y contradictorio de las artes plásticas y arquitectónicas ha sido que conforme fueron avanzando con las aportaciones de movimiento, de sonido y de imágenes virtuales que han aportado las nuevas tecnologías, dichas bellezas van perdiendo el interés del público en general y se van convirtiendo en formas de expresión que no son comprendidas por las grandes mayorías. Y día con día se van alejando de la sensibilidad emocional de la gente y van desapareciendo de los medios de información escrita y de la mass media en general.
Conforme se va desarrollando la vida digital, todos estos acontecimientos culturales van desapareciendo y ya no forman parte de las referencias históricas que se enseñan en las escuelas de todo el mundo, donde el presente y el futuro inmediato son lo único que interesa a las nuevas generaciones. Frente a mis descendientes y los jóvenes de las nuevas generaciones las viejas artes plásticas y arquitectónicas han ido perdiendo sentido y se han ido convirtiendo en referencias históricas inútiles.
De alguna forma este nuevo viaje a Florencia después de más de un año que vine con el mayor de mis nietos me ha permitido asimilar la profunda resilencia que mostraba hacia mis gustos por la vieja plástica renacentista y su desinterés en general por todas las cosas del pasado, incluyendo las manifestaciones artísticas en todas sus expresiones. Supongo que es un mensaje de las nuevas generaciones para expresarnos su total rechazo a reconocer los eventos que sucedieron en el pasado y que la vida actual se reduce a disfrutar unos cuantos momentos del presente y del futuro inmediato.
Adenda: Es obvio que no puedo aceptar con facilidad a esta nueva realidad, como es obvio también que este mismo fenómeno generacional ha sucedido siempre en el pasado del ser humano, pero nunca se había percibido con tanta intensidad como ahora.
Quizá estos elementos de rechazo hacia el pasado de las nuevas generaciones tengan su fundamento en una especie de preparación hacia un nuevo mundo con nuevos paradigmas que traerán un ´nuevo renacimiento´de la Humanidad.